Empresarios buscan activos

Empresarios buscan asalariados desesperadamente. Así se titula la portada del último número del semanario francés L'Européen, que dirige Christine Ockrent. Como los buenos reportajes, concreta algunas de las propensiones que se dan en Europa en las últimas semanas: el paro remite en distintos países -Alemania, Francia, Reino Unido, España-, aunque todavía en dosis homeopáticas; y se empiezan a ofrecer puestos de trabajo en algunos sectores, sin que la demanda satisfaga a la oferta.La primera tendencia (una cierta disminución del desempleo) es demasiado coyuntural como para creerla definitiva. La segunda es muy significativa: emprendedores de muy diversos lugares -el semanario cita a los de nacionalidad alemana, holandesa, italiana, irlandesa, incluso francesa- no encuentran colaboradores cualificados en ramas como multimedia, hostelería, artesanado tecnológico, informática, etcétera, y ponen anuncios en los medios de comunicación de otros países, buscándolos desesperadamente. Se hace explícita una disfunción más del mercado de trabajo: existe trabajo en nichos en los que no hay asalariados especializados y se incrementa el desempleo en sectores en los que abundan los trabajadores.

Por ello cobran tanta significación la educación y la formación profesional como factores centrales de empleabilidad (el último neologismo) y de la adecuación entre la oferta y la demanda en el mercado de trabajo. No resuelven el paro aquí y ahora, pero figuran como aspectos centrales de los planes de empleo que serán presentados en Cardiff, y constituyeron uno de los ejes de la reflexión en la pasada Conferencia de Luxemburgo. El denominado Plan de Acción para el Empleo del Reino de España, presentado por el ministro de Trabajo, Javier Arenas, contempla también acciones de formación profesional -que incluyen la creación de un sistema integrado que abarca toda la vida laboral- y de orientación a los parados, con entrevistas individuales para conocer sus características y prestarles atención personalizada.

En este sentido iría en el camino correcto. Pero sucede que el Gobierno español ha usado tanto el botafumeiro, ha presentado tantas veces las mismas medidas, ha utilizado hasta la saciedad idénticos instrumentos propagandísticos para explicar su miopía política en Luxemburgo, que el Plan para el Empleo ha nacido gastado, con escasa credibilidad. Al contrario de lo que ocurre con los impuestos, que están generando un profundo debate en la sociedad sobre los ingresos públicos y el futuro del Estado de bienestar, el Plan de Empleo no ha pasado de los grandes posicionamientos teóricos del Ejecutivo y del rechazo directo de los sindicatos, que ven descartadas cuestiones como la reducción de la jornada laboral, el incremento de las prestaciones por desempleo o la cuantificación de las expectativas laborales.

Arenas publicó el pasado domingo un artículo en Abc, que en su solemnidad bordeaba el embeleco: "Es un plan que profundiza en el diálogo social, que incrementa las políticas activas, que impulsa una cultura empresarial, que prestigia y extiende un nuevo concepto de formación profesional, que potencia la contratación indefinida, que reduce selectivamente las cotizaciones sociales a la Seguridad Social, que anima a la reordenación del tiempo de trabajo en el marco de la negociación colectiva y que personaliza y acerca el servicio público de empleo a los desempleados... Es uno de los proyectos más participativos de los que están elaborando los Estados miembros de la UE". Con un porcentaje de paro del 20% de la población activa es obligado ser humilde en la descripción de la situación existente, arriesgado con las soluciones y contrafactual en el análisis: ¿se crearía más empleo con otro plan de acción?