El calentamiento retrasa la mejora de la capa de ozono
La recuperación de la capa de ozono hasta sus niveles preindustriales puede sufrir un retraso, e incluso un empeoramiento durante un tiempo, debido al efecto invernadero de la atmósfera. El descubrimiento de un agujero en la capa de ozono sobre la Antártida a mediados de los años ochenta motivó una prohibición mundial de los compuestos clorofluorocarbonados (CFCs), los productos industriales que causan este problema en la atmósfera. Esta prohibición debe ser considerada como una de las decisiones de mayor éxito en el ámbito de la colaboración internacional, para evitar una crisis global y ya está teniendo efecto, dado que las concentraciones de determinados CFCs en la atmósfera están empezando a bajar.Pero un nuevo estudio, presentado ayer en la revista Nature por Drew D.Shindell y colegas (del Centro Goddard de la NASA y de la Universidad de Columbia), muestra que la situación del agujero de la capa de ozono puede empeorar antes de que empiece a recuperarse, a pesar de la disminución de las concentraciones de CFCs en la atmósfera. La segunda década del próximo siglo puede ser muy mala en cuanto a pérdida de ozono sobre la Antártida y el Ártico.
La culpa de esta pérdida adicional de ozono se debe al calentamiento global, resultado del aumento de los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera como consecuencia de la actividad humana, de la utilización de combustibles fósiles desde hace algo más de un siglo.
Cadena compleja
El dióxido de carbono forma una capa aislante alrededor del planeta que permite la entrada de la radiación solar pero evita que el calor escape al espacio. El resultado es un calentamiento neto de la troposfera -capa baja de la atmósfera- y un enfriamiento de la estratosfera, por encima, privada del calor que de otro modo llegaría hasta arriba. La estratosfera es el dominio de la delgada capa de ozono. Este gas reacciona con la luz ultravioleta solar, protegiendo de esta radiación a la superficie terrestre. Pero el ozono también reacciona con los compuestos de cloro resultantes de la descomposición de los CFCs, en una compleja cadena de reacciones que depende mucho de la temperatura. En general, cuanto más frío mejor.Los investigadores predicen que la destrucción de la capa de ozono alcanzará la peor situación, entre 2010 y 2019.
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