Referencia
Aunque la política depara siempre sorpresas, empieza a cundir la sensación de que las elecciones del 27 de septiembre en Alemania supondrán el final político de Helmut Kohl. Es posible que las gane el socialdemócrata Gerhard Schröder, aunque está por ver con quién tendrá que gobernar: con los verdes, cada vez más atrincherados en imposibles posiciones; o con los democristianos, sólo que sin KohI. Éste ha sido durante los últimos 17 años la referencia de la derecha y centroderecha europea (e incluso de parte de la izquierda). Aún más desde que en una Unión Europea cuyos Estados han pasado mayoritariamente a ser gobernados desde el centroizquierda, se convirtió en uno de los pocos líderes de peso político de la tendencia opuesta en sentarse en el Consejo Europeo.Fue Delors quien definió la construcción europea como hija de los amores virtuosos de la democracia cristiana y la socialdemocracia. Pues bien, en unos pocos años, y más aún si Kohl desaparece políticamente, la democracia cristiana habrá perdido peso a velocidades vertiginosas, tras la crisis en Italia, seguida de la pérdida de poder relativo en Francia, y mañana en Alemania. Durante toda la época en que se diseñó la unión monetaria, las reuniones en vísperas de los Consejos Europeos de los dirigentes democristianos y de la derecha integrada en el Partido Popular Europeo (PPE) han sido muy importantes. Pues allí se fraguaban posiciones que luego se trasladaban a la mesa de los jefes de Estado y de Gobierno. Ahora ese papel parece desempeñarlo el PSE (Partido de los Socialistas Europeos).
Bien es verdad que Europa no se ha construido desde las ideologías o las familias políticas (aunque el europeísmo pueda considerarse, en parte, una ideología). Pero con los nuevos poderes del Parlamento Europeo, se van creando, aunque embrionariamente, partidos políticos europeos; y crece la demanda para que la construcción europea se acerque más a los problemas cotidianos de los ciudadanos europeos. En estos Consejos Europeos de mayoría de centroizquierda se empieza ahora a abordar con algo más de seriedad la Europa social.
En el PPE hay preocupación. La pérdida del Gobierno en Bonn puede mermar considerablemente su influencia. En el Parlamento Europeo es el alemán el primer grupo nacional más numeroso del PPE. El segundo, el de los populares españoles, cuyo europeísmo, de la mano de su componente democristiano y de la entrada en el PPE, es relativamente reciente.
Los populares europeos están intentado reforzar su posición. Pero en el intento pueden perder su alma europeísta y federalizante, si, como puede resultar, se abren a otras fuerzas que no tienen tan claro el ideario europeo de los herederos de De Gasperi y otros padres fundadores. Entre estas fuerzas, si lo permiten los restos del naufragio de la Democracia Cristiana italiana y el propio Prodi, está Forza Italia de Berlusconi, ahora en el grupo europeo liberal pero que aspira a entrar en el PPE. Éste fue uno de los objetivos de la reciente visita a La Moncloa del político y magnate italiano, y de los temas tratados por Aznar en Bonn: "Aznar patrocinador de Berlusconi", tituló La Stampa. También figuran partidos del Este europeo, aún poco trabados.
La pérdida más sentida de estos democristianos -cuya Internacional, significativamente, celebrará Congreso en noviembre en Madrid- será la de Kohl, salvo que éste diera el improbable paso de optar a la Presidencia de la Comisión Europea. A los populares europeos, les quedan -además de Santer al frente de la Comisión hasta el 2000-, el belga Jean Luc Dehaene, o el joven y activo primer ministro luxemburgués Jean Claude Juncker (si no pasa al Banco Central Europeo); pero ambos están al frente de Gobiernos de coalición con la izquierda, y no tienen tras sí el peso de un país importante. Casi por eliminación, dado el número de escaños en el Parlamento Europeo, dado el peso del país, dado que estará sentado en el Consejo Europeo, si Kohl es derrotado en septiembre y pasa a una segunda fila, la referencia de la derecha y centroderecha europea puede acabar siendo, mientras siga en La Moncloa, José María Aznar.
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