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Reportaje:EXCURSIONESEXCURSIONES: EL CERRO DE GUISANDO

Donde se fundó España

Los famosos toros, la venta juradera y un convento de jerónimos salen al paso por el primer monte de Gredos

, En la Suma teológica está escrito que ni siquiera Dios puede hacer que lo pasado no haya sido, mas hay días y lugares en los que es perfectamente humano sentir el aleteo del pretérito pluscuamperfecto, modo subjuntivo, y preguntarse qué hubiera o hubiese ocurrido si... Verbigracia: una mañanita vernal cabe los toros de Guisando.En los toros de Guisando, es fama, Enrique IV se encontró con su hermana Isabel el 19 de septiempre de 1468, lunes, y la juró por princesa y legítima heredera del Reino de Castilla, confesando de paso que la otra pretendiente,, Juana la Beltraneja, "no fuese por él engendrada, la cual la adúltera reina había concebido de otro varón y no de él". Ello equivalía a declararse cornudo e impotente. Claro que, presionado como estaba por la nobleza levantisca, el rey hubiera cantado aquella mañana, si se lo piden, hasta La Traviata.

Y aquí, el aleteo: ¿qué hubiera ocurrido de no, producirse la jurasta Cela: "América hubiese sido descubierta, sin duda, pero con otra bandera y quizá también con intenciones diferentes. Averígüelo Vargas... De los moros de Granada, ¿qué se hiciera? Nadie lo sabe... Nebrija, sin el apoyo de la reina, ¿hubiera escrito su gramática española? Tanto puede pensarse que sí como que no... En los toros de Guisando fue donde, mejor o peor, se fundó España. Sin el duro cabildeo de los toros de Guisando, España no hubiera sido España y otra cosa -nadie debe atreverse a jurar si mejor o peor- viviría hoy en nuestra parcela" (Judíos, moros y cristianos).

Y los cuatro toros ibéricos, ¿qué hubiera sido de ellos? Al tercero, empezando por la izquierda, partió un rayo siglos ha, y de no ser por lo mucho que significaba este monumento juradero, la marquesa de Castañiza no se hubiese tomado, probablemente, la molestia de restaurarlo en 1924. Peor suerte corrió la venta aneja, hoy reducida a los raigones, donde según algunos se verificó la reunión y el mentado juramento entre El Impotente y La Católica ,si bien otros porfían en que tan altos personajes debieron de entrevistarse en el campo abierto, a la vista de los toros, y no en un ventorrillo de arrieros.

Del toro al cerro

A la vista de la torada, precisamente, se alza el cerro de Guisando, el primero y más oriental de los montes de Gredos, que a más de los toretes que rumian historia a sus pies, nos tiene reservadas otras sorpresas ladera arriba.Para descubrirlas, cruzaremos la carretera que corre frente a los toros y, por una portilla habilitada para el paso de ganado, nos colaremos en la Cañada Real Leonesa, siguiendo a mano izquierda las rodadas que surcan esta gran avenida herbosa para, a cosa de un kilómetro, tomar a la derecha por una pista que nos conducirá en media hora-serpenteando entre robles, arces, encinas y enebros- hasta el convento de Guisando.

"Convento de las Cuevas, San Jerónimo de Guisando, 1375": así reza una lápida a la entrada de unas dependencias que, por las trazas, no han oído misa desde las desamortizaciones.

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El templo, destechado; el claustro, selvático: sólo la yedra habita allí donde Felipe II pasaba las semanas santas y donde hubiera querido, si no es por "la aspereza del sitio", que se edificase el monasterio de San Lorenzo, hoy de El Escorial. Otro caso de pretérito pluscuamperfecto.

Poco más arriba del cenobio, inaccesibles por las muchas zarzas, se ven la cueva de San Patricio ("hay quien dice que llega hasta Portugal y quien, más cauto, piensa que no más que hasta la laguna de Gredos", se guasea Cela) y la ermita de San Miguel.

Dando la espalda al convento, tomaremos por una senda horizontal que faldea el cerro con rumbo sur hasta topar una alta alambrada; treparemos junto a ella y, llegados al primer rellano, nos desviaremos a la diestra por una vereda que asciende atravesando sucesivas praderas.

Balcones son con vistas a la sierra de la Higuera, la peña de Cenicientos, los pinares del Alberche y el diminuto chiquero de los toros ibéricos, donde, mejor o peor, se fundó lo que es España.

Un guía de lujo

Dónde. Los toros de Guisando, punto de partida de esta excursión, se hallan en el límite de Madrid y Ávila, a 73 kilómetros de la Puerta del Sol. Se va por la M-50 (que se toma, yendo por la N-V, a la altura de Alcorcón) hasta el desvío señalizado a la derecha en el punto kilométrico 60, pasado San Martín de Valdeiglesias.Cuándo. Son tres kilómetros hasta el convento y dos más hasta las praderas -más arriba, el camino se 1 extingue bajo el espeso jaral-: unas cuatro horas de caminata en total. Desnivel: 450 metros. Ideal para primavera temprana o finales de otoño.

Quién. Camilo José Cela nos servirá de guía para recorrer estos parajes, pues en Judíos, moros y cristianos (ediciones Destino-libro, número 70) hace una exposición prolija -y, a ratos, jocosa- de la historia de los toros, convento y cerro de Guisando.

Y qué más. Mapa número 17-22 del Servicio Geográfico del Ejército o 557 del Instituto Geográfico Nacional. La cañada leonesa en las proximidades de Madrid, manual editado por Los Libros de La Catarata, incluye esa misma cartografía, así como abundantes noticias sobre el entorno natural por el que discurre la ruta propuesta.

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