Clinton busca la fórmula para desbloquear el proceso de paz

Bill Clinton, aunque considera a Israel el principal obstáculo para la resurrección del proceso de paz en Oriente Próximo, no osará enfrentarse abiertamente al Gobierno de Benjamín Netanyahu, según se creía ayer en la Casa Blanca y el Departamento de Estado. Clinton tampoco se atreverá a dar el paso de desentenderse del proceso de paz. Ante el nuevo fracaso de su enviado Dennis Ross, su única carta parece ser darle la máxima publicidad a la última propuesta nortamericana -Una retirada israelí del 13% de Cisjordania-, rechazada por Netanyahu.Washington no oculta que sus relaciones con el Gobierno de Israel se encuentran en su nivel más bajo desde que en junio de 1990 el entonces secretario de Estado, James Baker, le dijo a Isaac Shamir: "Nuestro número de teléfono es el 1-202-456-1414. Cuando se decidan a hablar seriamente de paz, llámennos".

James Rubin, portavoz del Departamento de Estado, dejó claro el martes por la tarde que Washington considera a Israel y no a los palestinos el principal obstáculo para relanzar un proceso de paz en fase terminal. "No se vayan a creer que hay un proceso de paz en marcha; lo que hay es un problema real y Estados Unidos está perdiendo su credibilidad entre las partes implicadas", había dicho el viernes Madeleine Albright.

Pero Clinton no puede dar un puñetazo sobre la mesa y amenazar a Netanyahu de ningún modo dada la gran influencia del lobby judío y la necesidad que de él tendrá el vicepresidente, Al Gore, para su campana del año 2000. Clinton tampoco puede renunciar a la mediación.

La sugerencia efectuada por Albright de que Estados Unidos podría desentenderse del proceso de paz no es considerada como una verdadera opción política. La inestabilidad adquiriría niveles muy peligrosos en caso de retirada del padrinazgo norteamericano.