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Nuevas acusaciones de acoso sexual esperan a Clinton en Washington

, Los abogados Bill Clinton pidieron el lunes a la juez Susan Weber Wright que sancione a los de Paula Jones por incluir en su alegato contra el presidente una falsa acusación de violación. En una declaración jurada difundida el lunes, la mujer citada por los abogados de Jones, que ahora tiene 55 años, ha negado en redondo haber sido violada a finales de los años setenta por Clinton, entonces fiscal general de Arkansas.Este turbio episodio es sólo una muestra del clima que espera a Clinton al regreso de su periplo africano. Aunque el presidente se haya despejado la cabeza conversando con Mandela o yéndose de safari, las conversaciones en la capital norteamericana siguen estando dominadas por viejas y nuevas acusaciones de comportamiento sexual irregular.

El pasado fin de semana, Christy Zercher, una rubia azafata del avión en el que Clinton hizo su campaña presidencial de 1992, declaró al semanario sensacionalista Star que el entonces candidato la asaltó sexualmente contra su voluntad durante un vuelo, mientras Hillary Clinton "roncaba a pocos metros". Pero la credibilidad de Zercher está muy en entredicho porque es público que ha cobrado 10.000 dólares (1,5 millones de pesetas) por contar esa historia.

Elizabeth Ward Gracen, que fue Mis America en 1982, se incorporó ayer al ya largo reparto del escándalo. La ex miss relató al sensacionalista Daily News que en 1983 sostuvo relaciones sexuales mutuamente consentidas con el entonces gobernador de Arkansas en un piso de Little Rock. "Esa aventura", dijo, 'fue un error, porque ambos estábamos casados en la época; pero Clinton nunca actuó incorrectamente, nunca me pidió que mintiera y nunca me dio un trabajo".

Las nuevas supuestas revelaciones están siendo acogidas con escepticismo por una opinión pública que sigue prefiriendo concederle a Clinton un notable por su trabajo como presidente. No obstante, la imagen personal del actual viajero por África continúa deteriorándose. Esa contradicción está siendo analizada en detalle por politólogos y medios de comunicación, que adelantan la tesis de que los norteamericanos, pese a su imagen de puritanismo, han alcanzado la madurez de distinguir entre la vida privada de su líder y su capacidad política.

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