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Mario Muchnik recibe el homenaje del mundo editorial y cultural

El editor vuelve, en octubre con una nueva editorial

Amelia Castilla

Mario Muchnik (Buenos Aires, 1931), uno de esos editores que priman la calidad de los textos por encima de la comercialidad de los títulos, vuelve al mundo editorial el próximo octubre. Su última aventura con el grupo Anaya terminó mal, pero el veterano editor es incapaz de estar quieto. "He tenido una vida profesional muy accidentada, pero soy un donjuán de la edición; he tenido muchas novias y amantes y me vendo al mejor postor", explicó ayer, horas antes del homenaje -"me conmueve esta insólita muestra de solidaridad"- que le tributaron editores y escritores en la Casa de América.

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Tiempos difíciles

Su nuevo proyecto, El Taller de Mario Muchnik, inaugura con una novela de Isaac Montero, Los dos Antonios, un relato sobre la esquizofrenia de la guerra civil, y un libro de relatos del desconocido Giorgio Geddes, un ingeniero al que conoció en Florencia las navidades pasadas. Durante la II Guerra Mundial, Geddes fue al frente de Ucrania como espía y allí vivió aventuras espeluznantes que después acabaría escribiendo en forma de relatos.El Taller de Mario Muchnik, su nueva empresa, tendrá carácter familiar -"Los libros los haremos mi ordenador y yo"-, estará su esposa Nicole y un amigo que pone una parte del capital y al que prefiere mantener en el anonimato. "Vuelvo a ser un editor independiente, pero no publicaré más de ocho títulos anuales", asegura sentado en un sillón del salón de su domicilio, una muestra de lo mucho que han vivido, viajado y leído sus propietarios. Junto a dos grabados de Piccaso y un cuadro de Nicole, su esposa, hay una foto de su abuelo de origen lituano o una pieza de madera con dibujos que rescató de un carro en un pueblo italiano.

A sus 66 años, el hijo del editor Jacobo Muchnik, ha aprendido a encajar los reveses profesionales. Abandonó su carrera como físico nuclear, que ejercía en Roma, para dedicarse a no sabía qué. Pasó por un par de trabajos en editoriales en Londres y París antes de decidir que quería tener su propio negocio. Convenció a su padre, el editor argentino Jacobo Muchnik, para iniciar juntos una nueva andadura profesional en Barcelona. Muchnick Editores, fundada en 1973, editó la obra de Bruce Chatwin y algunos excelentes títulos de Elías Canetti. Alcanzó el éxito de ventas con títulos como Alamut de Vladimir Barto, De parte de la princesa muerta de Kenizé Mourad, que ha vendido casi 500.000 ejemplares, y Cómo adelgazar en las comidas de negocios de Montignac.

Herencia judía

Muchnik, que ha escrito una historia sobre el pueblo judío, fue también una referencia básica para los interesados en la herencia judía contemporánea. La empresa fue comprada por Difusora Internacional y años después, en 1990, padre e hijo fueron despedidos. Fue un tiempo especialmente complicado para este editor, que soportaba la idea de ver a su padre en el paro con 84 años. "Gracias a Lara, que compró nuestra parte en la empresa y se portó como un caballero, mi padre pudo viajar en un Mercedes hasta pocos días antes de su muerte".El olfato como editor ha acompañado una trayectoria profesional que comercialmente ha sido un desastre. "Soy un desastre, por la codicia de la gente que me financia", responde Muchnik antes de empezar a hablar de su experiencia con Anaya, con los que ha trabajado los últimos siete años: "Germán Sánchez Ruipérez me contrató a mí; luego se produjeron cambios estructurales en la empresa y el nuevo equipo directivo cambió de criterios. De lo que yo editaba se vendía poco y se perdía dinero, supongo que eso es porque su red comercial es perfecta para los libros de texto, pero no tanto para la literatura", asegura. "Sé que me acusa de haber creado un agujero en la empresa de muchos millones, pero allí yo no era más que un empleado; tenía jefes que supervisaban todo lo que hacía".

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