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Los dos Helmut hablan por fin

El canciller Koffl y su predecesor socialdemócrata debaten sobre un cuarto de siglo de ejercicio del poder en Alemania

Pilar Bonet

Una atmósfera de fin de época se respira en Alemania, tanto si Helmut Kohl y la Unión Demócrata Cristiana (CDU) ganan las elecciones del 27 de septiembre como si no. Los límites del periodo que motiva discursos nostálgicos o balances críticos no son nítidos, pero están basados en los elementos de la identidad alemana de posguerra. Unos tienden a identificar la época que acaba con los casi 16 años transcurridos desde que el actual canciller comenzó a gobernar, y otros, con el 50º aniversario del sistema de economía social de mercado que ha acompañado a la democracia de consenso de Bonn.Para los que se interesan por esta reflexión, el programa que la cadena televisiva Arte retransmitió el pasado día 11 fue un documento notable: el canciller Helmut Kohl y el ex canciller Helmut Schmidt (en el poder desde 1974 hasta 1982) compartieron sus experiencias políticas durante casi un cuarto de siglo en la primera potencia económica europea. Schmidt, que cumplirá 80 años en diciembre, y Kohl, a punto de cumplir 68, no se hablaban desde que el segundo relevó al primero hace 16 años.

La conversación entre los dos Helmut, que se tratan de "colega" entre sí, tuvo lugar en Berlín y es parte de una serie titulada Al final del siglo. Se trata de 10 conversaciones que Schmidt, hoy editor del semanario Die Zeit, mantendrá con personalidades relevantes del siglo que acaba. Tanto Schmidt como Kohl han experimentado la soledad del poder, pero éste es limitado en la democracia alemana. Schmidt cree que su sucesor ha tenido una gran ventaja respecto a él, al haber sido también presidente de su partido. Kohl recomendaría a su sucesor que mantuviera esta fórmula de éxito.

Schmidt confiesa que no tenía muy buenas relaciones con Willy Brandt cuando éste era presidente del SPD. Brandt dejaba que la gente hablara demasiado y que las discusiones se desbordaran. Con todo, Schmidt cree que, en su tiempo, manejar el SPD no era tan difícil como lo fue posteriormente, cuando llegaron "los mejoradores del mundo".

Para ser canciller de Alemania es importante, según coinciden ambos "colegas", saber historia y tener experiencia en la Administración pública. Para esto último, el haber sido jefe del Gobierno de un land de Alemania es una excelente escuela, señala Schmidt.

Los dos Helmut tienen concepciones diferentes del oficio de canciller Schmidt rechaza la palabra "visión" y la idea de una dirección moral y espiritual del país, que es uno de los temas favoritos de Kohl, y prefiere concentrarse en la "dirección política". Tras haber discutido sobre este tema hace 20 años, ambos están de acuerdo hoy en que exageraron sus posiciones. Si no se consigue reducir las cifras del desempleo, "en realidad casi seis millones de personas", se producirán consecuencias morales y políticas como las de los años treinta, advierte Schmidt.

El canciller y el ex canciller discrepan al valorar el sentido de la responsabilidad de los alemanes Schmidt alega que en los años cincuenta y sesenta el sentido del deber estaba más arraigado que hoy. A los políticos de hoy, que han crecido después de la guerra y que han visto mejorar sistemáticamente sus condiciones de vida, Ies falta la conciencia de que este bienestar creado en Alemania se ha conseguido a base de trabajo duro. Y que hay que seguir trabajando duro si se quiere conservarlo, por no hablar de mejorarlo...". Schmidt cree que una parte de los políticos están "demasiado marcados por la conciencia de su propia carrera" y carecen de "patriotismo".

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Schmidt y Kohl no coinciden en su valoración sobre el tiempo que es conveniente permanecer en el poder. A Schmidt, forzado a dimitir cuando los liberales abandonaron el Gobierno en 1982, le parece que sus ocho años de ejercicio fueron demasiados. Kohl, que no se resigna a dejar la cancillería, se remite a la voluntad de las urnas y señala, que en su mandato ha habido dos "cambios extraordinarios": la unidad alemana y el proceso de unidad europea.

Pero están de acuerdo en la necesidad de tener puntos de referencia más allá de quienes rodean al líder. Kohl subraya la necesidad de tener "amigos fuera de la política" y "una envoltura protectora personal en el hogar".

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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