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Del castillo al pisito

Un propietano cambia su fortificación medieval en ruinas por terrenos para viviendas

Vicente González Olaya

El castillo de Villafranca, una fortaleza levantada en el siglo XIV, cambiará de señores el próximo verano. El Avuntamiento de Villanueva de la Cañada (7.950 habitantes), municipio donde se asienta esta mole medieval, ha llegado a un acuerdo con sus actuales dueños para que la fortificación, y las más de 800 hectáreas de dehesa que la rodean, se conviertan en patrimonio municipal. A cambio, el consistorio convierte en urbanizables otras 250 hectáreas de suelo rústico cercano al casco urbano. De esta manera, los actuales amos de la fortaleza cambian el castillo por pisos.

La fortaleza se alza en mitad del futuro Parque Regional del Guadarrama, a los pies de la confluencia de los ríos Aulencia y Guadarrama, y sobre terrenos no urbanizables. "Ya hemos llegado a un acuerdo con los propietarios, ahora sólo falta limar los últimos flecos. En verano, el castillo será ya propiedad del Ayuntamiento", explica el alcalde de Villanueva, Luis Partida, del Partido Popular.

El Ayuntamiento quiere convertir la fortaleza en un "centro de actividad cultural". Partida baraja ya la idea de crear entre sus viejos muros un centro turístico o un Museo de la Ciencia. No en balde, adyacente al baluarte se encuentra una estación europea de seguimiento de satélites.

El paso de los siglos ha dejado su huella en los muros de la vieja edificación. El Ayuntamiento considera que harán falta unos 200 millones de pesetas para rehabilitarla.

El baluarte de Villafranca está formado por un recinto rectangular de unos 25 metros de lado, rodeado de seis torres cilíndricas unidas por un muro de 1,5 metros de grosor y seis de altura. La torre del homenaje se alza a más de 20 metros sobre el suelo.

Fue construida en el siglo XIV. Era propiedad de un tal García Fernández. En el siglo XV pasó a manos de Alonso Álvarez de Toledo, personaje destacado de la corte de Juan II.

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Las dimensiones del castillo y su zona de influencia provocó las envidias de los todopoderosos Mendoza, señores del castillo de Manzanares. Se cree que, a finales del siglo XV, los Ñúñez de Toledo (descendientes de los Alvarez de Toledo) elevaron más los muros de Villafranca en prevención de un ataque.

Durante la guerra civil sirvió como fortín en la batalla de Brunete. Aún se aprecian las huellas de varios impactos de obús en sus muros. En los años cincuenta fue utilizado como corral para el ganado. Desde entonces permanece en el más absoluto abandono. Un valla metálica impide que los curiosos puedan acercarse. De hecho, el deterioro ha provocado varios desprendimientos. Hace un par de años, la veleta, a más de 20 metros de altura, se desplomó. Dicen que se la llevaron los chatarreros.

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Sobre la firma

Vicente González Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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