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El Gobierno de Kohl pierde la votación de una ley por primera vez en 15 años

Pilar Bonet

La Cámara baja del Parlamento (Bundestag) alemán votó ayer a favor de una propuesta del Partido Social Demócrata (SPD) para ampliar -con la inclusión de periodistas, abogados y médicos- la lista de las categorías profesionales que serán respetadas por los órganos policiales en el ejercicio de la vigilancia eletrónica contra el crimen organizado. De este modo la coalición gubernamental que dirige el canciller Helmut Kohl,compuesta por la Unión Democrática Cristiana (CDU), la Unión Social Cristiana y los liberales del FDP, sufrió su primera derrota parlamentaria desde 1983 en la aprobación de una ley.

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El alcance del fracaso

El revés incrementó aún más la sensación de crisis que, tras las apariencias de normalidad, se ha apoderado del Gobierno de centroderecha desde la victoria del SPD y Gerhard Schröder en las elecciones de Baja Sajonia. La polémica ley de lucha contra el crimen organizado fue aprobada el pasado febrero por la Cámara alta (el Bundesrat, dominado por el SPD) con la condición de que algunos de sus detalles serían reelaborados posteriormente. La ley permite a la policía poner micrófonos en domicilios particulares, con un permiso judicial relativamente fácil de obtener y a veces gestionable con posterioridad. Para aprobarla, hubo que introducir enmiendas que restringen las libertades ciudadanas en la Ley Fundamental (Constitución) de Alemania.En su versión inicial, la ley sólo eximía de la vigilancia policial a los diputados de todos los niveles, los abogados penales en en la defensa de sus clientes y a los sacerdotes en el ejercicio su ministerio. La discusión de ayer formaba parte del proceso de desarrollo del texto legal, que había sido pactada por los partidos de la coalición gubernamental y el SPD, el principal partido de la oposición, y había sido rechazada por Los Verdes y los ex comunistas de la antigua RDA. Pese a haber consensuado el documento, los socialdemócratas mantuvieron su división interna hasta la aprobación misma de la ley. El compromiso final fue honrar el pacto contraído y aprobar la ley, pero dejar algunos detalles para más adelante. Schröder, el flamante y pragmático candidato socialdemócrata a la cancillería federal, había sido partidario de dejar la ley como estaba inicialmente, sin ampliar el número de categorías que se eximían de la vigilancia electrónica.

El político, sin embargo, tuvo que plegarse finalmente al cambio de actitud de su partido. La decisión de ayer fue posible gracias a que algunos diputados liberales votaron con la oposición, pese a las reiteradas advertencias de la CDU para mantener la disciplina de voto. Los liberales, sin embargo, se mostraron "flexibles" y el jefe de su grupo parlamentario, Hermann Otto Solms, afirmó que la coalición sabía que los liberales no iban a cerrar filas en un campo como las escuchas.

El resultado fue de 329 votos a favor de la ley y 322 en contra y dos abstenciones, en una votación en la que participaron 653 de los 672 diputados de la cámara. Los Verdes, que están en contra de la vigilancia policial por una cuestión de principios, votaron también a favor de la propuesta socialista, con el fin de reducir el ámbito de la injerencia policial en las libertades ciudadanas. El portavoz del CDU-CSU, Joachim Hörster, comparó el resultado de la sesión parlamentaria con una "votación del Frente Popular". Por su parte, Joseph Fisher, el jefe de Los Verdes en el Parlamento, manifestó que la votación había sido "el principio del fin" de la era Kohl.

La última vez que la coalición gubernamental se quedó en minoría en una votación parlamentaria fue en 1995, aunque entonces no se trataba de una ley, sino de anular una invitación al ministro de Exteriores de Irán, Alí Velayati, que debía acudir a una conferencia sobre el islam en Bonn. En los medios periodísticos alemanes cobraba fuerza ayer la hipótesis de una crisis de la coalición de Gobierno antes de las elecciones legislativas del próximo 27 de septiembre.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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