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La policía desarticula un 'comando' argelino en una espectacular operación en Bruselas

Xavier Vidal-Folch

La policía belga desarticuló en la mañana de ayer, a tiro limpio, a un comando terrorista argelino del Grupo Islámico Armado (GIA), camuflado en un piso del centro de Bruselas. La Gendarmería detuvo a seis cabecillas del integrismo islámico, mientras otro la mantuvo en jaque hasta las siete de la tarde, amenazando con provocar una explosión en el edificio, antes de ser capturado y herido en el asalto final. La operación, "coordinada" con París y Roma, es "una de las más grandes" realizadas en los últimos años contra el terrorismo islámico, según el Gobierno belga.

Por una vez, eficacia. A las cinco de la madrugada, un grupo especial de la Gendarmería belga irrumpió en el número 28 de la calle de Wéry, en pleno centro moderno de Bruselas, donde se hospedaba el comando. Aprovechaba su primer minuto, porque este tipo de registros y redadas sólo puede realizarse en Bruselas desde las cinco de la madrugada hasta medianoche. Al irrumpir en el edificio, los gendarmes fueron tiroteados, y, en el intercambio de ráfagas, uno de los presuntos terroristas resultó herido leve en un pie. Al final, la mayoría se entregó.Los gendarmes lograron una rápida rendición de seis de los activistas. El séptimo se atrincheró en la buhardilla. Enarbolaba su fusil Kaláshnikov y guardaba, al parecer, una reserva de granadas. Durante todo el día amenazó con hacer saltar por los aires el habitáculo, según confirmó un vecino. Los 12 edificios circundantes fueron evacuados, en prevención de un desastre, y la zona fue acordonada.

El último resistente fue Feri Meluk, de 32 años y cabecilla del grupo, un francés de origen argelino condenado en rebeldía a siete años de reclusión por un tribunal de París el pasado 18 de febrero, según las primeras informaciones oficiales. Meluk está acusado de haber participado en los sangrientos atentados contra el metro de la capital francesa.

"Posee gran determinación", comentó el vecino del piso de enfrente, convertido en cuartel general de la policía. Aunque durante todo el día se mantuvo algún tipo de "negociación" no especificada entre la policía y el presunto terrorista, éste amenazaba con "morir en el combate y matar a todos los policías", siempre según el vecino. Al filo de las siete de la tarde y de la oscuridad, la policía asaltó el edificio con gases lacrimógenos, y al poco una ambulancia retiraba al último emboscado, ligeramente herido. Fue cirugía fina, no hubo muertos.

Supuestamente, varios de los detenidos procedían de Escandinavia. De origen argelino, uno posee la nacionalidad danesa y otro la sueca, según confirmó el alcalde de Ixelles, Yves de Jonghe d'Ardoye, el barrio donde se produjo el rifirrafe. El ministro del Interior, Johan Vande Lanotte, que calificó la operación como "una de las más grandes realizadas en los últimos años", se basó en esas identificaciones para asegurar que se trata de jefes de una red terrorista internacional.

"Bruselas no es un santuario", afirmó Vande Lanotte. La pista vino de Italia, donde "hace dos meses se produjo un acción similar". Se trata de una tela de araña con hilos o "puntos de apoyo en todas las capitales de Europa occidental", que se coordinan "a través de teléfonos portátiles". "No son peces chicos, sino gente vinculada a las redes del terrorismo internacional", abundó el alcalde de Ixelles.

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Aunque son muchos los indicios que apuntan al carácter internacional del comando, habrá que esperar a comprobar todos los resultados de la redada. Lógicamente, el Gobierno belga trata de sacarse las pulgas generalizando el problema, para difuminar las acusaciones de que su país es un santuario que cobija a peligrosos delincuentes y ampara el tráfico de armas.

Ya en 1995, la Gendarmería belga culminó en la ciudad flamenca de Courtrai una operación iniciada en París, que llevó a varios militantes del GIA ante los tribunales, entre ellos Ahmed Zaui. Éste fue condenado a cuatro años por delitos menores, tras reconocerse miembro del Frente Islámico de Salvación (FIS), pero no del GIA. Cumplió parte de la condena bajo detención domiciliaria, y a finales del año pasado se comprobó que se había fugado, presuntamente a Suiza.

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