_
_
_
_
Entrevista:

"A veces busco que se vea que es un 'tàpies"

Su fundación barcelonesa inaugura hoy una retrospectiva de obra sobre papel

Hay dos temas que han preocupado a Antoni Tàpies (Barcelona, 1923) a lo largo de su dilatada trayectoria. Uno es la importancia del soporte como medio de expresión autónomo. Es decir, el valor que otorga al material sobre el que realiza sus trabajos. Otro es la constante introspección de sus obras, que se refleja, por ejemplo, en una proliferación de autorretratos directos o simbólicos a través de sus famosas cruces o de la T. La retrospectiva de sus obras sobre papel El tatuaje y el cuerpo, que hoy se inaugura en la Fundación Tápies de Barcelona y que estará abierta hasta el 3 de mayo, es un buen exponente de estas preocupaciones del artista. "A veces, sobre todo en los carteles, busco que se vea que es un tàpies", afirma el pintor.Pregunta. Manuel Borja-Villel, director de la fundación y comisario de la exposición, afirma que se ha infravalorado el valor de sus papeles y cartones en el conjunto de su obra. Por ejemplo, afirma que de ellos derivaron después su famosas pinturas matéricas. ¿Será una exposición con sorpresas?.

Respuesta. Es una exposición que me gusta mucho hacer. Primero, porque casi todas estaban publicadas en el catálogo razonado, pero con fotografías muy pequeñas que no permitían apreciarlas bien. Segundo, porque pone el acento en dos aspectos importantes de mi obra, que son la importancia del trabajo directo con la mano, del gesto de artista, y la del material que sirve de soporte. El papel provoca un tipo e emoción muy diferente al de la tela. Cuando se habla del dibujo, todo el mundo se imagina el lápiz o la pluma sobre papel blanco, pero es muy diferente, por ejemplo, que el papel sea de diario, o que esté roto, o que sea un cartón sobre el que poder hacer incisiones. La metáfora del tatuaje y el cuerpo es muy adecuada. La línea no se hace en el aire, no es algo abstracto. Igual que el tatuaje es inseparable de la piel, la línea del dibujo está siempre hecha sobre un determinado material con el que forma un todo.

P. ¿Ha sido paralela la evolución de su trabajo en las pinturas y los dibujos?

R. Diría que sí, igual que con las obras volumétricas. De todas formas, quizá en el dibujo se pone más de manifiesto esta parte más directa de introspección. Y cuando hablo de introspección mucha gente piensa: "Ah!, es un artista de estos egocéntricos que sólo piensa en él". Pero no es así. La introspección puede hacerse con el mismo sentido experimental que tiene un investigador científico en su laboratorio cuando hace pruebas consigo mismo, con su propio cuerpo. En mi obra también hago experimentos con mi cuerpo o, mejor dicho, con los conocimientos que extraigo de mi pensamiento. No estoy en una torre de marfil ni mirándome el ombligo.

P. ¿Son experimentos pensados para que sean útiles?

R. Sí. Hoy en día hay mucha gente que dice que esto no tiene importancia, que no hace falta. Y habla de los valores puramente estéticos o plásticos de las obras del arte. Otros dicen que incluso es mejor tener mal gusto y no seguir unas normas de belleza. Yo siempre he tenido la pretensión de pensar que mi trabajo puede ayudar al espectador si éste sabe ponerse en la situación que requiere todo estado de contemplación. Creo que si es así puede ser útil. Sólo se trata de esto, de provocar estados de conciencia diferentes del normal, alejarnos de nuestra vida corriente para aproximarnos a nuestra naturaleza más profunda.

P. ¿Esto explicaría la abundancia de autorretratos?

R. He dedicado un esfuerzo importante a escribir sobre teoría del arte, pero, en cambio, de mi propio trabajo no hablo mucho. Respecto a los autorretratos, supongo que hay una especie de deseo de tener un lenguaje muy personal. Una línea no es algo que cae del cielo, sino que la fabrica un individuo, una persona, y me parece interesante que se vea qué tipo de persona es y que visión del mundo tiene. Algunas veces, sobre todo con los carteles, busco que se vea que es un tàpies.

P. ¿Por qué?

R. Porque a lo largo de mi vida he tenido unos determinados compromisos sociales y me gusta que la gente sepa que estoy unido, por ejemplo, a la lucha contra la pena de muerte o a otras muchas causas. Estos días me han dicho que he hecho más de 200 carteles y casi todos han sido por causas que estaba bien ayudarlas.

P. ¿También el del 75º aniversario del Fútbol Club Barcelona?

R. En este caso, por ejemplo, me interesó mostrar el engranaje entre el Barça y el catalanismo, que se viera que existía y que se viera también que estoy de acuerdo con esto.

P. ¿Es la razón por la que utiliza casi siempre unos signos que lo identifican?

R. Dicho así parece pretencioso. Pero es explicable porque facilita la comprensión de la gente. Veamos, doy tan poca importancia a mi nombre que nunca firmo los cuadros sobre la tela, los firmo detrás. Pero sé que ciertas cosas o signos que pongo en los cuadros hacen que la gente los reconozca enseguida como la obra de una persona concreta, que está comprometida con una serie de causas. Y aquel cuadro determinado, además, se asocia rápidamente con otros cuadros del mismo artista y esto ayuda a la comprensión global de toda la obra. Creo que también puede ayudar a comprender a otros artistas y formas de arte de otras épocas.

P. Volviendo a los dibujos, en la exposición queda patente que nunca le interesó el dibujo académico, pero en cambio sí aparecen muchas influencias del surrealismo. ¿De qué forma le influyó este movimiento?

R. En mis inicios tuve, dos etapas formativas muy breves. En una, de forma instintiva y sin reflexionarlo era antitécnicas académicas porque me parecía que tenía que romper con todas las reglas establecidas. Después, en la otra, digamos que me culturicé un poco y aprendí mucho de los surrealistas, que tenían cosas muy interesantes. Era la época en que hacíamos la revista Dau al Set. Pero rápidamente me di cuenta de que era un callejón sin salida.

P. ¿Por qué?

R. Tenía mucho miedo al exceso de dicción literaria. La literatura y el arte pueden influirse, pero hay que ir con mucho cuidado porque un exceso puede llevar a la pintura literaria, en la que cayó gran parte de los artistas del surrealismo, con honrosas excepciones como es el caso de Miró. El exceso de literatura o de efectos teatrales en el arte es muy peligroso.

P. Los críticos afirman que hay coincidencias entre sus obras iniciales y las últimas, como si fuera una trayectoria en espiral.

R. Sí, es como una espiral con elementos que se van repitiendo, pero a otro nivel. No me gusta ser juez y parte, pero lo que sí veo es que continúo teniendo muchas ganas de trabajar, que aún no he aprendido lo suficiente y que todavía podré hacer muchas cosas más. Estoy sinceramente preocupado porque no he acabado de encontrar el cuadro ideal. Y esto, desde siempre, me ha hecho trabajar angustiado. Siempre estoy en un estado de tensión, agónico. Aunque dicen que los viejos encuentran la serenidad, yo aún no la he hallado.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_