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Bruselas advierte contra una nivelación salarial sin condiciones entre los países del euro

Xavier Vidal-Folch

El euro no debe comportar alegrías salariales ni la nivelación incondicional de los sueldos más bajos, so pena de crear más paro. Así lo defiende el documento estratégico aprobado ayer por la Comisión Europea. Moderación salarial, austeridad presupuestaria, armonización fiscal y reformas laborales, en una vía intermedia entre Francia y EE UU, son las consignas. El texto Crecimiento y empleo en el marco de la estabilidad de la unión económica y monetaria lanza el debate sobre la política económica tras la moneda única, que todos defienden debe coordinarse más.

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La gran preocupación es que los aumentos salariales rompan la estabilidad macroeconómica. El euro tendrá un efecto transparencia. Costes y salarios de los distintos países serán más fácilmente. comparables. Esto facilitará "una mayor movilidad de la mano de obra", pero también puede "conducir a los asalariados a reivindicar las mismas remuneraciones" que en los países mejor pagados, teme la Comisión.Y lo teme porque si el aumento de sueldos supera el de la productividad, el país que emprenda ese camino perderá competitividad, rentabilidad de las inversiones, atracción de capitales y potencia exportadora. Corolario, más paro.

La existencia de "diferencias salariales será posible y necesaria", concluye. A no ser que se actúe como Irlanda, donde "la aplicación continua de una política de moderación de los salarios nominales" ha supuesto un incremento de las inversiones y un crecimiento mayor de la productividad, que han permitido luego "aumentar los salarios a un ritmo muy superior a la media comunitaria" sin aumentar la inflación ni el desempleo.

La prueba de la bondad de la moderación salarial sería doble. Quienes han contenido los salarios y el déficit presupuestario "figuran entre los mejores", en crecimiento y empleo: Luxemburgo, Holanda, Dinamarca y Finlandia. Y se avizora un futuro en que "la credibilidad del marco macroeconómico debe " reforzar la disciplina de costes y salarios", porque los acuerdos de sacrificios salariales no correrán ya el riesgo de que el efecto buscado - crear más empleos- sea anulado por una apreciación de la moneda.

Mientras se defiende la desigualdad salarial -más exactamente, la nivelación salarial sólo bajo estrictas condiciones-, el documento apuesta por la armonización presupuestaria desde la austeridad y por la aproximación fiscal.

Sobre la política presupuestaria, sostiene que la reducción del déficit público, desde casi el 3% del PIB hacia el equilibrio presupuestario, será menos dura que el descenso, desde el 6,1% de 1993 al 2,6% de 1997. Claro está, siempre que el crecimiento de la economía y el descenso de los tipos de interés prosigan la senda actual. La austeridad presupuestaria, reitera el texto, debe ser más producto de reducir gastos que de más impuestos.

La Comisión incide también sobre la reforma del mercado de trabajo para crear empleo. Analiza tres opciones. Una es la francesa, reducir la jornada con carácter "masivo y general" y repartir mejor las ganancias de productividad. Sin negarla de plano, critica su filosofía porque "considera que la cantidad de trabajo disponible es más o menos fija" y alerta contra sus eventuales efectos de reducción de la producción, que "podría perjudicar al empleo". La salva si se acompaña de reducciones salariales -"debe ajustarse a la baja el ritmo de crecimiento del salario real por trabajador", dice, elegante- y si se aplica "a nivel micróeconómico", mediante negociación.

También rechaza el modelo estadounidense, el salario basura para empleos poco calificados o "ampliación de la escala salarial hacia abajo". Esa "exclusión es tan perjudicial para la cohesión social como el paro". Queda la reducción de los costes indirectos del empleo. El coste de la Seguridad Social ha pasado de suponer un 10,5% del PIB de la UE en 1970 a un 16% en 1997.

Pero el rigor salarial ha absorbido ese mayor coste, pues "el peso de la masa salarial en el PIB ha disminuido seis puntos" entre 1981 y 1997. Para la Comisión, hay trecho para seguir la moderación salarial y reformar la protección social, de modo que se cree más empleo.

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