Trenes, sillerías y bodas falsas
La Ley de Desamortización y Exclaustración de 1835 supuso un duro golpe para el cenobio de Rascafría. Los bienes de los monjes fueron vendidos, y el monasterio, expoliado. Algunos bienes fueron salvados in extremis por el propio Gobierno que aprobó la desamortización: el Ministerio de la Función Pública adquirió la sillería de la iglesia y la llevó a la madrileña, parroquia de San Francisco el Grande, donde sigue. Ocho de las tallas barrocas de las hornacinas fueron trasladadas a la iglesia parroquial de Rascafría. El presidente de la Asociación de Amigos de El Paular, Rafael Muñoz, comentó ayer: "No se llevaron el retablo [de alabastro] porque no les cabía por la puerta, que si no...Las autoridades regionales quieren que vuelvan al monasterio todos estos bienes. Así se lo recordó ayer el consejero de Cultura, Gustavo Villapalos, al párroco de Rascafría. El sacerdote sonrió y replicó que ésa era una decisión que debía tomar el Obispado.
La comunidad benedictina que habita en el cenobio es muy reducida: 15 frailes. La preside el padre Gómez, que ayer se mostró favorable al trazado del tren de alta velocidad entre Madrid y Valladolid que propugna el Ministerio de Fomento. Este proyecto parte en dos el valle del Lozoya. "Pero yo creo que el proyecto del Gobierno regional [un túnel de 30 kilómetros bajo la sierra] es más perjudicial porque se producirá una enorme cantidad de escombros", señaló el prior.
Todos estos comentarios se produjeron ayer en mitad de un día primaveral en El Paular. Sol radiante, nieve sobre las cumbres de Peñalara y una temperatura agradable. La comitiva oficial paseaba por los jardines. Gustavo Villapalos y Esperanza Aguirre charlaban ante los periodistas. La ministra preguntó entonces: "¿Y aquí se celebran bodas?". "Sí", dijo Villapalos. "Yo me he casado dos veces", bromeó.
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