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La paz de El Paular

Vicente G. Olaya

El Ministerio de Educación y Cultura y la Comunidad de Madrid firmaron ayer una suerte de alto el fuego en el monasterio de El Paular, monumento histórico-artístico situado en el término municipal de Rascafría (1.460 vecinos). Después de una década de emprender cada uno por su lado diferentes obras de rehabilitación de la primera cartuja levantada en Castilla, ayer, la ministra. Esperanza Aguirre y el consejero de Educación y Cultura de la Comunidad, Gustavo Villapalos, firmaron un convenio de colaboración en el que deciden "afrontar de forma conjunta la restauración" del cenobio.El ministerio se comprometió a aportar el dinero necesario para restaurar por completo, antes del año 2004, esta maltrecha joya cultural del siglo XIV. Se calcula que harán falta unos 1.800 millones de pesetas para acabar los trabajos.

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El problema de la restauración de la cartuja de El Paular estriba en que el Estado es propietario del edificio, mientras que la Comunidad tiene "el ámbito competencial del monumento". Por eso, las inversiones de ambas instituciones no han estado nunca bien coordinadas. Desde 1987, la Comunidad ha invertido 228 millones de pesetas en restaurar las cubiertas de la iglesia, diversos retablos y capillas. El ministerio, por su parte, ha invertido 207 millones en recuperar las cubiertas del claustro.

Uno de los 15 frailes benedictinos que habitan la cartuja lo explicó ayer así: "Era una situación un poco extraña: unos restauraban la biblioteca mientras otros las tallas. Lo lógico era ponerse todos de acuerdo y terminar lo antes posible una cosa; después, hacer otra".

El padre prior, Idelfonso Gómez, remató: "Todo era un poco raro, ya que nunca se sabía quien iba a restaurar la siguiente fase del monumento". El estado general del edificio lo dejaron muy claro ayer los frailes: "De las cuatro alas del claustro sólo podemos utilizar una".

En los últimos años se ha restaurado, una parte de las cubiertas de la iglesia, el claustrillo, la cámara del Transparente, el baldaquino y la capilla de los Apóstoles. En los últimos 12 años, Comunidad y ministerio han invertido unos 500 millones de pesetas, pero esta cantidad no es suficiente. Las humedades y el deterioro general que sufre el monumento obligaron a la elaboración, por parte de la Consejería de Cultura, del denominado plan director, que fue acabado en 1996.

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La ejecución de este plan supondría, por primera vez en un siglo y medio, la recuperación completa del edificio, que desde mediados del siglo XIX arrastra un lamentable deterioro. Para llevar a cabo el plan director hacen falta unos 1.800 millones de pesetas, los que ayer se comprometieron a aportar a partes iguales Esperanza Aguirre y Villapalos.

Los primeros dineros del Estado llegarán este mismo año: unos cien millones para restaurar retablos y drenar la biblioteca. La Comunidad pondrá otros cien millones, para los muros exteriores de la iglesia y para el interior de la sacristía y galerías.

Control y seguimiento

El convenio firmado ayer establece además la constitución de una comisión de control y seguimiento de las obras. La componen el director general de Bellas Artes del Ministerio de Cultura, el director general de Patrimonio de la Comunidad, el prior del monasterio, el alcalde de Rascafría, el presidente de la Asociación de Amigos de El Paular y el director de las obras del monasterio.Las obras de construcción del monasterio de El Paular se iniciaron en 1390, durante el reinado de Juan I, en cumplimiento de una promesa hecha a su padre, Enrique II. Este rey, con grandes remordimientos de conciencia por haber incendiado un convento de cartujos durante una de sus campañas en Francia, encomendó en su lecho de muerte a su hijo la fundación de un convento de dicha orden. Para levantarlo, cedió a los monjes unos terrenos en el valle del Lozoya, donde se levantaban unos pabellones de caza y una ermita dedicada a Santa María del Pobolar. Las obras fueron encomendadas al maestro mayor de la catedral de Toledo, Rodrigo Alfonso.

En 1755, un terremoto sacudió los cimientos del cenobio. El siglo XIX trajo consigo la decadencia y ruina del monasterio. En 1835, la Desamortización provocó su abandono, hasta tal punto que, en 1876, la Administración se vio obligada a clausurarlo. En 1909, un rayo aceleró el proceso de degradación. En 1940 y 1945, el arquitecto Pedro Muguruza emprendió las primeras labores de reconstrucción, que ahora las administraciones quieren rematar.

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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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