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Reportaje:PAUL NEWMAN: ACTOR

"No comprendo el barullo con las estrellas del cine" -

Paul Newman tiene 73 años, pero no es un tipo del que se pueda decir que se encuentra en el crepúsculo. Actor, director, recaudador de dinero para Cines caritativos,y magnate de ensaladas, Newman, protagoniza Twilight (Crepúsculo), la nueva película del director Robert Benton,-que se estrena el próximo 6 de marzo en Estados Unidos.

Newman se casó, a una edad en que los matrimonios de Hollywood no duran más de un año, con la actriz Joanne Woodward y ambos han celebrado el pasado enero el 40ª aniversario de su boda. "Joanne y yo nos encerramos en nuestro apartamento durante tres días para celebrar mi cumpleaños y el aniversario de boda", explica Newman.

Son las nueve de la mañana de un sábado en la Essex House de Nueva York y el actor parece esbelto y en forma con un jersey marrón y gris y pantalones a cuadros. Conceder entrevistas no es uno de sus menesteres favoritos, pero esta vez quiere concentrarse en Twilight. "Hay dos cosas que me hacen sudar", confiesa, "el Gobierno y las entrevistas".

Pero se muestra muy inclinado a hablar de Twilight, en la que interpreta a un detective privado retirado al que piden que haga un favor a un viejo amigo (Gene Hackman) y a una actriz, esposa de éste (Susan Sarandon). Una cosa lleva a otra y pronto se produce un complicado enredo, enfrentando a Newman con dos policías (James Gardner y Stockard Channing).

"Esta película se enmarca en el género de aventuras sin que haya 1.700 cuerpos mutilados y la explosión de 6.000 bidones de gasolina en el piso 46º de un rascacielos en llamas en los primeros tres minutos de proyección", asegura Newman. "Estoy ansioso por saber si todavía queda audiencia suficiente para un buen género de cine a la antigua", añade.

El objetivo real, sin embargo, es la oportunidad de volver a formar un equipo con Benton, que ayudó a Paul Newman a ganar una nominación para el Oscar de 1994 con la película Ni un pelo de tonto.

"Él no me impone ningún ritmo; deja que el ritmo lo marque el carácter del personaje". Y Paul Newman añade: "Además, a Benton le gustan los actores, porque hay directores que quieren que los actores sean como marionetas para poderlos meter mejor en su órbita. Benton se da cuenta de lo que un actor contribuye a la calidad final del producto. Sabe que si deja libre a un actor, éste desarrollará el material que lleva dentro para hacer el conjunto lo mejor posible".

En la película cuenta además con el concurso de sus amigos Hackman, Gardner y Channing, que forman un poderoso reparto sin lugar a dudas. "Tenerlos por compañía eleva el nivel del filme. Es como si se está en un lado de una cancha de tenis y al otro hay cuatro tipos en forma que devuelven todas las bolas".

Los cuatro actores y el director tienen todos más de 50 años, pero ése no es el aspecto que Newman quiere resaltar. Él no es uno de los que ven el paso de los años como un proceso de maduración. "No puedo pensar en ninguna ventaja por hacerse viejo", dice. "Ahora no soy más dulce, ni soy menos iracundo, ni menos autocrítico, ni menos tenaz. Posiblemente, la mayor ventaja es que el hígado de uno no puede aguantar todas esas cervezas que antes se bebían al mediodía. La edad no es más que números".

Cuando mira hacia atrás, sin embargo, el actor admite que ha logrado una gran experiencia en sus décadas como astro del cine. "Creo que con los años he aprendido que Hollywood es algo que no se puede tomar seriamente. Todavía no comprendo el barullo de las estrellas del cine. Lo que el público ve en la pantalla tiene muy poco que ver conmigo", afirma Newman. "Uno actúa con la sensual señorita dándole la respuesta, tiene un excelente guionista escribiéndole las frases, y todo lo que uno tiene que hacer es ponerse el vestuario y tener suerte. No hay dificultad en ello".

Insiste en que la suerte es crucial. Nacido en Cleveland en 1925, Newman comenzó su carrera en un grupo teatral infantil de su ciudad. A los 18 años se alistó en la Marina y pasó tres años en el Pacífico como radiotelegrafista de un buque lanzatorpedos."No me mataron. Eso es suerte", afirma.

Después de la guerra se graduó en el Xenyon College y después ingresó en la Escuela de Arte Dramático de Yale. Luego, se fue a Nueva York y actuó en papeles teatrales cortos y unas series de los primeros días de la televisión, tomando clases en el afamado Estudio de Actores de Lee Strasberg.

"Mi gran suerte fue entrar en el Estudio de Actores, porque allí había una comunidad de actores, directores y escritores muy creativa que ya no existe en ninguna parte. Decididamente, el Estudio de Actores debe cargar con el crédito o la culpa de lo que yo he llegado a ser como actor".

Newman hizo su debú en Broadway con Pic-nic en 1953, obra en la que conoció a una joven actriz llamada Joanne Woodward, la mujer a quien él llama "el amor de mi vida". Newman estaba casado y tenía tres hijos, pero se divorció y se casó con Joanne en 1958.

Newman tiene una extraordinaria serie de películas legendarias, como El buscavidas (1961), Hud (1963), Harper, investigador privado (1966), Dos hombres y un destino (1969), El golpe (1973) y El color del dinero (1986), por la que recibió el Oscar al mejor actor.

Sin embargo, él considera que su mejor trabajo es mantenerse alejado de las cámaras. Desde 1982, su empresa de alimentación ha ganado más de 90 millones de dólares destinados a obras caritativas. "El aliño de ensaladas es el producto que todavía alcanza las mayores ventas", afirma Newman. "Empleo en este negocio más tiempo del que quisiera, porque me intereso personalmente por la distribución, empaquetado, filosofías de ventas, publicidad, promociones y todo lo demás".

El actor pasa sus días libres en The Hole, en los campamentos de Wall Gang, que él ha construido para niños enfermos de cáncer y con problemas en la sangre. "Pienso que mucha gente puede considerar eso como depresivo, pero cuando veo el rumbo político de este país y la multitud de cosas equivocadas que existen y me siento asqueado, me voy a los campamentos porque me reafirman en los buenos sentimientos".

Liberal de toda la vida, Paul Newman participó como delegado en la tumultuosa Convención Nacional Democrática de 1968 y figuró como el número 18 en la infausta lista de enemigos de Richard Nixon. Ahora pasa horas frente a la CNN poniéndose al corriente de los últimos escándalos de Washington. Tiene tiempo para ello, según afirma, porque ahora trabaja menos. En diciembre intervendrá en una comedia romántica que tiene por título Mensaje en una botella, y en la que hace de padre de Kevin Costner y todavía recibe unos 30 guiones al mes. Pero confiesa que es cada vez más difícil encontrar alguno que realmente le guste. "Cuando yo empezaba, me llegaban cinco o seis guiones en un periodo de tres o cuatro meses y siempre había alguno que me parecía ideal para mí. Ahora puedo leer 70 u 80 guiones en ese tiempo. Generalmente, leo 50 ó 60 páginas y los tiro a la basura".

Sin embargo, Paul Newman no está exhausto. "De alguna manera, el actuar es como un juego, porque lo encuentro más fácil", dice. "Naturalmente, no me produce la misma excitación y estímulos que antes, pero todavía me gusta".

Junto a esto, asegura que todavía no puede retirarse, aunque quisiera. Y bromea: "¿Sabes?, cuando la salsa de espaguetis supera a las películas, hay que seguir actuando para ganar la batalla".

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