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ARCO 98

Los nuevos lenguajes artísticos luchan en la feria por tener un lugar en el mercado

La organización advierte un aumento de ventas y cierta euforia entre los galeristas

El mercado del arte se está recuperando y si la pasada edición de Arco fue una de las mejores de los últimos años, la actual parece seguir el mismo ritmo. "Incluso es posible que haya un crecimiento porque se advierte una cierta euforia entre los galeristas", comentó ayer Rosina Gómez-Baeza, directora de Arco, feria que ayer vivió una jornada intensa de público que presagiaba las multitudes de este fin de semana. Para Gómez-Baeza, la incorporación en la feria de nuevos proyectos aparentemente no comerciales, como las instalaciones o el arte electrónico, y el hecho de que muchas galerías hayan asumido con normalidad la fotografía o el vídeo demuestra que estos nuevos medios pueden incorporarse sin problemas en el mercado.

"La crisis del mercado del arte de finales de los ochenta hizo que desapareciera el espejismo del éxito", señala Bartomeu Marí, director del centro de arte contemporáneo Witte de With de Rotterdam. "Para los jóvenes artistas el mercado ya no era el fin inmediato y, en consecuencia, realizaron productos más experimentales y no comercializables a corto plazo, como las instalaciones, las performances, los vídeos o los objetos. Al final, de todas formas, el mercado se encarga rápidamente de recuperarlos porque todos los artistas saben ya ahora que para poder vivir del arte, tarde o temprano, tendrán que pasar por las galerías".De hecho, en muchos casos las instalaciones o los vídeos van acompañados de fotografias o dibujos que se comercializan de forma paralela. Para Marí, "es muy interesante constatar que sea en Arco y no en los museos nacionales en donde se programan estos nuevos tipos de lenguaje. Puede ser una contradicción porque es una feria comercial y en pricipio no parecen medios fácilmente mercantilizables, aunque es innegable que como proyecto es onginal y curioso".

Agilidad

Rosina Gómez-Baeza lo considera una característica de la feria. "Es normal que estos nuevos lenguajes aparezcan en la feria porque reflejan la fuerza de la creación y también la agilidad del mercado, que reacciona con más rapidez que los programas museísticos a estas propuestas". En su opinión, la pretensión de la feria es precisamente abrir mercados y enseñar las novedades."Les sugerimos a los espacios comerciales que se fijen en estas propuestas y les mostramos que la feria está dispuesta y preparada para recibirlos. Se trata de abrir caminos a cualquier tipo de creación artística y reflejar de la mejor forma posible la evolución constante de la sociedad". La directora de Arco señala que, por ejemplo, en esta edición también se ha introducido un pequeño espacio dedicado a los libros de arte y a las propuestas de carácter independiente.

Eva Gil de Aranda, una de las responsables de Red Arte -entidad que reúne a decenas de colectivos de creación independientes de todo el país-, considera muy positiva su presencia en la feria. "Arco es un escaparate perfecto porque pasa todo tipo de gente y eso permite realizar contactos y entablar colaboraciones con otros colectivos o personas interesadas".

La mayoría de creadores integrados en la red no rehúye directamente el mercado sino que sencillamente tiene dificultades para mostrar sus trabajos en otros espacios públicos o privados. "Estos colectivos son el germen y la plataforma de los artistas y por esto es importante darlos a conocer".

Pero, aunque la feria tiene claro que el grueso de las obras que exhibe debe centrarse en el arte realizado en los últimos 30 años, con especial atención a la actualidad, tampoco puede permitirse desdeñar los grandes nombres de las primeras vanguardias de este siglo. El galerista Guillermo de Osma, dedicado a la vanguardia histórica y miembro del comité de selección, considera que la feria se dedica en un 90% al arte de los últimos 20 años y el resto tiene "un toque historicista". Señala que Arco se ha convertido en un fenómeno cultural, "con excesos de etiquetas" para los distintos programas, cuando debe "enseñar nuestro trabajo y venderlo". María Corral, ex directora del Reina Sofía, que reserva algunas piezas para la Fundación La Caixa, no distingue entre obras para museos y actuales. "Para mí son obras de museo las fotografías de Nan Goldin", afirma.

Jordi Colomer, que participa en Project Rooms, con la galería Carles Taché, considera que la cuestión de los nuevos lenguajes es una falsa discusión porque las vanguardias históricas ya utilizaban la fotografía, el cine y la instalación. "En los últimos años las fronteras y los límites entre disciplinas están menos claros. Yo trabajo con el vídeo y está tratado como una escultura. En la feria predominan aún las técnicas clásicas y en este sentido no representa el arte actual, aunque un sector del público entra sin prejucios en estas propuestas".

El escultor valenciano Miquel Navarro es mucho más ecléctico. "Creo que tendría que haber más de todo", afirma. "Además de la feria, también una bienal paralela y lo más vendible junto a lo invendible. Que entraran también otras artes, como el cine o la música. Y un marco cronológico muy amplio que, eso sí, llegara hasta las vanguardias de principios de siglo porque son nuestros referentes directos".

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