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FERIA DE VALDEMORILLO

De vacío

Los toreros se fueron de vacío, el público también. Mal asunto que los públicos se vayan de vacío después de haber pasado más de dos horas en una plaza de toros esperando ver algo. La esperanza es lo último que se pierde y entre aficionados taurinos parece ser inagotable. Hasta el último minuto permaneció allí la afición, aguardando que sucediera algo de mínima relevancia. En realidad lo que esperaba era un milagro. Y como no se produjo, ni siquiera invocando a San Blas y a la Candelaria, que tienen el patronazgo de las fiestas valdemorillanas, se marchó chasqueada.

"Ya no vuelvo más", se oyó decir a algún aficionado. Pero era mentira. Los aficionados siempre dicen que no vuelven y al día siguiente ya están sentados en su localidad con las ilusiones puestas en los toros y en los toreros. A los aficionados les sucede lo que a los socios del Aleti, que rompen el carné tras los partidos aciagos y luego se van a las oficinas del club a por otro aduciendo que la parienta se lo metió en la lavadora. Los aficionados a los toros y los socios del Aleti tienen más moral que el Alcoyano; otro que tal baila.

Jiménez / Bejarano, Patrocinio, Millán

Novillos de Jiménez Montequi, discreta presencia, inválidos, poca casta; 6º devuelto por inválido. Sobrero de Valenzuela, abecerrado, de escaso juego. Manuel Bejarano: estocada corta perpendicular descaradamente baja (silencio); bajonazo escandaloso y rueda de peones (silencio). Hugo de Patrocinio: estocada contraria (palmas y saluda); estocada delantera, descabello -aviso- y descabello (aplausos y saludos). Jesús Millán: pinchazo, otro hondo bajo, rueda de peones -aviso- y descabello (palmas y saluda); pinchazo y estocada trasera (palmas). Plaza de Valdemorillo, 7 de febrero. 4ª corrida de feria. Tres cuartos de entrada.

Que los toreros se vayan de vacío carece de importancia. Muchas tardes los toreros no cortan orejas y sus actuaciones se juzgan buenas; muchas tardes no hay orejas y en cambio la corrida transcurre amena. Si hay toros y hay toreros no importan los trofeos pues la fiesta se desarrolla en plenitud.

Toros faltaban en el redondel del coso valdemorillano. A veces toreros faltaban también. Y la función se hacía insoportable. Faltaban toros porque los especímenes que soltaron, sobre descastados, padecían invalidez. Faltaban toreros porque apenas mostraron aptitudes toreras dignas de mención.

Buenas maneras, sin embargo, se advirtieron en Hugo de Patrocinio, que al quinto le instrumentó varios derechazos y naturales con quietud y gusto artístico. El segundo se desplomaba; cuando no, se quedaba en la suerte, achuchaba después e impedía que Hugo de Patrocinio pudiera torearlo.

Manuel Bejarano hizo gimnasia. Concluído el paseíllo realizó unas cuantas contorsiones con el probable propósito de flexibilizar vértebras y desentumecer músculos. Es la moda. Antiguamente los toreros se metían presto en el callejón y mientras aguardaban su turno fumaban picadura, escupían por el colmillo y decían: "Más cornás da el hambre". Modernamente los toreros prefieren permanecer en el tercio y dar una sesión de aerobic.

Las fuerzas se le quedaron a Manuel Bejarano en la gimnasia pues de toreo se le apreciaron escasos rasgos y con la espada estuvo fatal. Tampoco es que sus novillos permitieran mayores alegrías: ambos estaban amoruchados e inválidos. Los de Jesús Millán tampoco ofrecieron mejores oportunidades, aunque el primero pudo soportar unas toreras dobladas del jovencísimo novillero. Después se desmoronó. Al sexto lo devolvieron al corral por inválido y sacaron un sobrero con pinta de becerrote. Se oyeron protestas en el graderío, mas no hay enemigo pequeño. El animalito desarrolló mal genio, acabó reservón y puso en apuros a Jesús Millán, que lo muleteó con escasa técnica.

Dos horas y pico después de empezar la función no se había vendido ni un peine. Y nos fuimos todos. Los aficionados, cariacontecidos; los toreros, mohínos; los toros, a la canal.

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