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La guerra entre reformistas y conservadores pone en peligro las candidaturas electorales del PRI

Juan Jesús Aznárez

Seguro de que la apertura política mexicana habrá de recompensar su fuga, el diputado del oficial Partido Revolucionario Institucional (PRI) Ricardo Monreal secundó el simbólico asalto a degüello del aparato más reaccionario priísta ejecutado hace cuatro años por un dirigente del partido. La noche del 20 de octubre de 1994, cuchillo en mano, Esteban Moctezuma, se abalanzó contra dos dinosaurios de crema pastelera y los decapitó a tajazos. "¡Vamos a acabar con los dinosaurios!", gritó entre el aplauso de los comensales, todos renovadores.

Vicecoordinador del grupo parlamentario del partido que gobierna México desde hace casi siete decenios, Monreal lo abandonó exponiendo públicamente las turbulencias registradas en sus filas. Aspira a la gobernación de Zacatecas por una alianza ciudadana. Desertaron con él otros 10 dirigentes en ese Estado."Nos vamos del PRI porque se obstina en marchar en sentido contrario de la historia, y de los cambios de México y del mundo", se explicó ante miles de simpatizantes. "Nos vamos porque en el PRI no cuenta la militancia, el trabajo del partido ni lo que la gente piense, sino los intereses de grupo y de facciones".

Tambaleantes el cesarismo y el dedazo, inmediatamente después de que el presidente, Ernesto Zedillo, anunciara que él no designaría al candidato del PRI en los comicios por la jefatura del Gobierno del año 2000, se desató una pugna de ambiciones y estrepitosas agarradas. Los más jóvenes o demócratas abrazan el cambio democrático como inevitable o como mejor apuesta política, reclaman menos trabas a su ascenso dentro del PRI, y entran en colisión con los conservadores, o con dinosaurios de musculados cuartos traseros, hábiles en la coz y reacios a transformaciones susceptibles de amenazas sus intereses, buena parte económicos.

La contienda de este año, con 10 Gobiernos estatales en juego, anticipa encontronazos de mayor calado y son de esperar golpes bajos durante la criba de los pretendientes a la sucesión de Zedillo. Algunos, como el gobernador de Puebla, Manuel Barlett, no esperan y ya han entrado en campaña presidencial con polémicas declaraciones y medidas.

Saludable la catarsis priísta en curso, Ricardo Monreal, con 20 años de militancia, fue rechazado por el comité ejecutivo nacional como candidato a la gobernación de Zacatecas porque presentó un aval de simpatizantes supuestamente amañado con firmas de trazos y tinta semejantes.

El Partido de la Revolución Democrática (PRD), de centro-izquierda, y el conservador Partido de Acción Nacional (PAN) y otras fuerzas negocian con Monreal un frente contra el PRI en Zacatecas, uno de los santuarios del oficialismo. "El priísmo pareciera que no reacciona. A veces pienso que se trata de una estrategia para perder en el año 2000".

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Independientemente de la controversia sobre la idoneidad de Monreal como candidato a la gobernación de Zacatecas, el saldo del PRI en 1997 fue el peor de su historia. Castigado por el caciquismo y la corrupción, perdió los Gobiernos de Querétaro y Nuevo León en favor del PAN y el Distrito Federal a manos del PRD. Cedió a la oposición 61 escaños en la Cámara de Diputados, 18 en el Senado, tres capitales de Estado y cuatro Parlamentos locales.

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