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Atentos a Polonia

El 13 de diciembre, exactamente 16 años después del golpe militar del general Jaruzelski, la UE ha invitado a Polonia a iniciar las negociaciones para la adhesión. La ampliación hacia el Este significa un reto, aún de mayor calibre si cabe, que la unión monetaria. El éxito del euro es la mejor garantía de que esta operación, que hay que proyectar a mediano plazo, termine por fortalecer a la Unión. Los peligros son muchos, pero el mayor sin duda el inmovilismo. Por arduo que sea el camino, no queda sino avanzar. Europa está muy lejos de su condición definitiva y persisten aún muchos desafíos por vencer, el de mayor alcance, y ciertamente el más complejo sobre el que ni siquiera se vislumbra que forma tomará, es el de la democratización de las instituciones europeas. En el horizonte previsible, sin embargo, la próxima ampliación es la operación que acumula mayor riesgo. Los españoles debiéramos irnos preparando para asimilar unas entradas que, según las sepamos arrastrar, han de tener para nosotros consecuencias negativas o favorables.Importa que estemos atentos a lo que ocurre en Polonia, porque, por un lado, es el país entre los poscomunistas que mejor ha sabido acoplarse a las nuevas condiciones de una economía abierta de mercado; por otro, aunque sean tan diferentes los respectivos emplazamientos geográficos y hayan sido tan distintas las historias, Polonia se acerca a España en extensión y población, con un mismo componente cultural católico-barroco. España está ahora sola en el grupo de los países comunitarios con 40 millones de habitantes; en el futuro estaremos acompañados de Polonia.

La coalición de izquierdas, desplazada del poder en las elecciones del 21 de septiembre de 1997, había conseguido en lo económico éxitos notables: un crecimiento anual del 6%; un descenso de la tasa de inflación del 34% al 14%; el desempleo baja del 16% a menos del 11%, logrando en 1997 un déficit presupuestario por debajo del 3%. Ello no quita que las diferencias con la Europa comunitaria sean todavía enormes. Pese a que la renta per cápita haya subido de 4.500 dólares en 1991 a unos 7.000 en 1997, esta cifra representa el 32% de la media europea. Si Polonia mantuviese su tasa actual de crecimiento, en tomo al 6%, necesitaría 30 años para colocarse en el 75% de la media europea. Esta diferencia de potencial económico ofrece ventajas a España a la hora de expandir inversiones y exportaciones, que hay que saber aprovechar en los próximos años. Polonia, en cambio, con una población laboral urbana bien preparada, tiene un nivel de salarios cinco veces inferior al de España, con la ventaja añadida de que la distribución de la renta está mucho mejor equilibrada que en otros países del mismo nivel de desarrollo, por ejemplo en América Latina, y cuenta con sectores sociales que se distinguen por su capacidad de iniciativa empresarial. No en vano los polacos se consideran los norteamericanos de Europa y sienten por EE UU una enorme simpatía.

La peor forma de encarar la ampliación consistiría en tratar de defender a ultranza los aportes comunitarios que nos han correspondido en esta etapa, pero que ya no se justificarán en una Europa ampliada, en la que, al quedar modificada la media comunitaria, habremos subido en el escalafón. Más fuertes tendremos, en cambio, otras ventajas en la Unión, al margen de que se contabilice una ganancia neta en lo que recibimos en relación con lo que pagamos: Alemania es el país al que peor le sale esta cuenta -paga mucho más de lo que recibe- y, sin embargo, a juzgar por el balance comercial con los otros países comunitarios, es el que más se beneficia de la Unión. No se puede plantear en serio el carácter indefinido de las ayudas comunitarias, como si fuesen un derecho adquirido para siempre. Lo que perdamos en los fondos de cohesión y en otras ayudas en una Europa ampliada, lo tendremos que compensar con nuestras inversiones y exportaciones en los nuevos países comunitarios. Y esta labor hay que empezarla ya. Desde este punto de vista tenemos que congratularnos de la reciente visita del presidente Aznar a Varsovia acompañado de un amplio plantel de empresarios. Tenemos que ir acostumbrándonos a desempeñar el nuevo papel que nos toca en la Europa del siglo XXI, por suerte muy distinto del que tuvimos en la segunda mitad de los ochenta, cuando distábamos bastante de la media comunitaria y el telón de acero impedía las inversiones al este del Elba.

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