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Cerdos comestibles

La carne de cerdo infectada por la peste porcina clásica o por la africana es comestible. No tiene, por tanto, un efecto negativo sobre la salud humana, a diferencia de lo que sucede con el denominado mal de las vacas locas.

Sin embargo, los cerdos infectados no se usan en la alimentación humana para evitar que la enfermedad se propague a a través de embutidos u otros productos derivados no tratados con calor. Por ello, se considera que lo más seguro es la eliminación del animal.

La carne de los animales ubicados en los focos de la peste se hace desaparecer con enterramientos. El resto de los animales sacrificados en las zonas de protección o vigilancia se destina a la elaboración de harina de carne.

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Un sacrificio de 20,000, millones

La eliminación de los animales y desinfección se hace en unos cuatro o cinco días. Posteriormente hay que dejar un plazo de 30 días con la granja vacía. Desde esa fecha y en los 15 días siguientes se meten en las granjas animales vivos, los llamados "cerdos centinela".

Si no hay infección en esos animales, ya se puede proceder a la repoblación en un plazo de dos meses desde el inicio de la enfermedad.

Los animales sacrificados en los focos de la peste se pagan al 50% por la Unión Europea y al 50% restante por el Estado miembro: 25% la Administración central y el resto por cada comunidad autónoma.

Los cerdos sacrificados en el resto de los casos son pagados en un 70% por Bruselas y el 30% restante por el Estado miembro. Las indemnizaciones pagadas a los ganaderos son iguales a los precios vigentes en el mercado durante la semana de los sacrificios.

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