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Una gran "jam session"

, Al pie de los espectaculares ascensores del hotel Marriott Marquis, en Times Square, un viejo profesor de jazz demostraba improvisadamente a un negro y a un japonés cómo se sujetan las baquetas y a qué distancia hay que colocarse respecto a los distintos componentes de la batería. Era el tipo de escena que podía contemplarse esta semana en la frenética 25ª edición de la conferencia anual de la Asociación Internacional de Educadores de Jazz (IAJE). Por las escaleras mecánicas subían y bajaban músicos y profesores hablando de amigos que habían tocado con Count Basie o que por falta de negocio daban clases en alguna universidad.

Fue una de las mayóres jam sessions que se recuerdan, y se celebraba por primera vez en Nueva York, ciudad donde el Ayuntamiento apoya actuaciones de bandas de jazz nada desdeñables en los pasillos del metro. "Doy las gracias al Señor, de quien todo lo bueno se deriva, y le ruego que me permita seguir tocando y difundiendo este arte", dijo solemnemente el bajista Larry Ridley al recibir el jueves un premio en la convención de la IAJE, demostrando que la espiritualidad no está pasada de moda en el mundo del jazz. Otras figuras de primera línea que iban a participar en seminarios y talleres de música eran, por ejemplo, la nueva estrella del saxo David Sánchez, y veteranos como Wayne Shorter, Billy Taylor, Arturo Sandoval o la vocalista Cassandra Wilson. En el hotel hubo más de cien actuaciones, con otro anexo en el mítico club Birdland.

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Pureza del género

La formación jazzística es precisamente una de las grandes bazas de Nueva Orleans, que sigue siendo el lugar idóneo para la experimentación, la fusión, la música en vivo asequible y todo aquello que significa pureza del género fuera de la comercialidad, pero también como lanzadera para asaltar la gran plaza neoyorquina. Nueva Orleans es el hogar de la saga de los Marsalis, y la animación al baile de Wynton es el lema de una de las capitales americanas del pecado y el desmadre.Tradicionalmente, el jazz ha sido una asignatura fundamental en la educación secundaria en EE UU, y algunas bandas de institutos de bachillerato llegan incluso a adquirir cierto prestigio. Tras una decadencia en este escalafón durante los últimos años, ahora la IAJE, que se plantea potenciar la formación musical de mujeres, cree que el futuro inmediato es brillante. Su director, Bill McFarlin, declaró a The New York Times que la educación jazzística, implantada en cientos de universidades del país, "no puede sustituir a la dé música clásica, pero ahora mismo los programas educativos de música que no incluyen jazz tienen menos demanda. Hay tal énfasis ahora en la improvisación creativa, que es lógico que el jazz entre en escena".

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