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Ang Lee: "En los años setenta comienza a dibujarse la sociedad que tenemos hoy"

El director chino presenta en Barcelona 'Tormenta de hielo', su última película

Hacía 30 años que la costa del este de Estados Unidos no vivía una tormenta de hielo como la de 1973. En la televisión, otra tormenta, el Watergate, llevaba un tiempo arrasando la confianza en el sueño americano. Los vientos de la revolución sexual habían sembrado el desconcierto entre una clase media ataviada con grandes solapas y todo cambiaba hacia no se sabía dónde. Éste es el marco en el que se mueve Tormenta de hielo, la última película del cineasta Ang Lee (Taiwan, 1954), que se estrena en España el próximo 16 de enero. "En los años setenta comienza a dibujarse la sociedad que tenemos hoy'' afirmó ayer en Barcelona el director de El banquete de bodas y Sentido y sensibilidad.

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A Ang Lee parecen interesarle los momentos de cambio, la manera en que las transformaciones sociales afectan a las relaciones personales o viceversa. En este gran juego de espejos entre lo social y lo personal se sitúa Tormenta de hielo, filme basado en la novela homónima de Rick Moody que protagonizan, entre otros, Kevin Kline, Sigourney Weaver, Joan Allen, Christina Ricei y Mikey Carver. Toda la acción transcurre en poco más de un día y está ambientada en un barrio residencial de New Canaan, Connecticut, en un ambiente de clase media americana supuestamente progresista. Los protagonistas son dos familias vecinas, ambas integradas por una pareja joven y dos hijos, que mantienen estrechas relaciones entre sí y experimentan nuevas formas de relaciones sociales y sexuales. La trama, compleja, se desarrolla entre situaciones y personajes casi cómicos que arrastran al espectador hasta la tragedia final."El centro de la película es de alguna manera la pérdida de la inocencia, la pérdida de la autoridad, la pérdida de credibilidad política con el Watergate, y todo ello con el telón 'de fondo de la guerra de Vietnam", señala Ang Lee. "Los setenta fueron divertidos por su diseño y porque fue la primera vez que la estética y la moda se desbordaron. Había mucha alegría, pero también se vivió la resaca de toda la revolución sexual, estética y política de los años sesenta. Es cuando se comienza a dibujar, en Estados Unidos y creo que un poco en todas partes, la sociedad que tenemos hoy en día, y esto es algo que vale la pena mirar''.

Con todo, el director chino afirma que al principio este aspecto le pasó por alto. "De entrada, cuando leí la novela lo que me interesó fue, pese a su sustrato cómico, el elemento de tragedia griega de la historia. Después, cuando empecé a trabajar en la película, me di cuenta de que los años setenta volvían a mí y en la imagen congelada del hielo nos mostraban quiénes éramos. Me permitió hacer un ejercicio de introspección sobre nosotros mismos. Supongo que cada 20 o 25 años hay cambios brutales en las sociedades. Con los setenta ahora empezamos a tener distancia, pero si quisiera hacer una película sobre los noventa resultaría imposible". El hielo -con el que juega provocando todo tipo de transparencias y reflejos a lo largo del filme- le ha servido a Ang Lee para simbolizar aquella época. "El libro se inspira en un hecho real, una gran tormenta de hielo que asoló la costa del este de Estados Unidos en noviembre de 1973, pero el hielo es también una gran metáfora que me sirvió no sólo para encarar los miedos respecto al pasado, sino también hacia el futuro. En este sentido he aportado una perspectiva oriental a un libro occidental", afirma.

Hay más efectos de este tipo. El filme comienza y acaba de la misma forma. "En el libro era diferente, pero lo adaptamos para darle una estructura narrativa cinematográfica", afirma. "En cada película tienes que intentar ver cómo tocas el corazón del espectador y a partir de aquí exprimir las emociones y los sentimientos. Por ello la película no tiene una estructura lineal, sino circular".

Al contrario que en sus filmes anteriores el final de Tormenta de hielo provoca una sensación agridulce, casi triste. Lee no está de acuerdo. "Aunque al final de la película todos acaban cubiertos de hielo, la mirada que hay entre ellos es honesta. Lo que ha pasado ha servido para que comiencen a tener un diálogo de honestidad

El cineasta, que cumplió ayer con su fama de hombre afable y modesto, está ya preparando su próxima película, Woe to live on, que empezará a rodar en marzo en la frontera entre Kansas y Misuri. Está ambientada en la guerra civil americana y, según explica, "es una especie de guerra de Bosnia en la América profunda".

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