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"Mi 'Drácula' se anticipó al de Coppola"

Andrés Fernández Rubio

"Mi Drácula se anticipó al de Coppola en la idea de la liberación del vampiro por amor", dice Jacinto Molina, conocido internacionalmente como Paul Naschy. "Aunque debo puntualizar que la película de Coppola es una obra maestra absoluta, despreciada por algunos ignorantes". Megalómano y humilde, apasionado del cine -"llevo celuloide en la sangre"-, Naschy presentó ayer en Madrid su libro Memorias de un hombre lobo mientras los jóvenes realizadores le dedican hoy un homenaje en Zaragoza y la revista Fangoria le prepara otro en Nueva York.Estudió hasta cuarto de Arquitectura y fue campeón de España de halterofilia -"vencer la gravedad es muy emocionante"- Pero el cine y el sentido de la aventura pudieron más y Jacinto Molina lleva casi noventa películas dirigidas y otras tantas interpretadas, con títulos tan sugerentes como El gran amor del conde Drácula, La noche de Walpurgis, El espanto surge de la tumba o El carnaval de las bestias (cuyo cartel anunciador es toda una declaración de principios: una pavorosa cabeza de cerdo, un castillo en el crepúsculo, el escorpión, unos garfios, las lápidas de un cementerio, el rayo y un hombre en un pantano ayudando a una chica que lleva zapatos de tacón).

"Me considero gótico-expresionista", afirma. "De mis películas se ha dicho de todo desde que son joyas del cine a que son kitsch. Lo de la caspa me pone enfermo, porque no acepto que se asocie mi cine a ningún tipo de detritus. Del kitsch tengo mi propia concepción: Julio Romero de Torres lo era, los griegos pintaban sus estatuas de colores y los dinosaurios de Spielberg también son kitsch. Tengo películas buenas, regulares y malas, y reconozco que he hecho muchas puramente alimenticias".

Paul Naschy cuenta con admiradores en todo el mundo; le llegan cartas a diario de Japón y de Estados Unidos y es reivindicado por muchos aficionado al género fantástico de serie B. Los jóvenes realizadores, por ejemplo, le dedican hoy una jornada en el encuentro nacional que celebran en Zaragoza. Y la revista de cine fantástico Fangoria, un clásico del género, le homenajeará el 10 y 11 de enero en su convención anual en Nueva York. "Para Tarantino soy un ídolo", dice. "Quiere llevar mi vida al cine. Me ha dicho que es un admirador mío absoluto y que aprendió a hacer cine fantástico viendo mis películas en el videoclub donde trabajaba. Y Spielberg lo mismo. Me llamó tres veces porque no localizaba unas películas mías que quería para su colección".

Cine libre

Naschy considera el cine fantástico como "el más libre de todos", y su vigencia y continua revitalización se debe "a que funciona como antídoto contra la amargura de la realidad, porque en él se mezcla la ingenuidad, el juego, la fantasía y la imaginación". Y añade que una buena película de terror "no puede hacerse sin cultura, sin conocer el expresionismo alemán y haber leído a Kafka y a Poe".Su personaje emblemático es el hombre lobo, que ha interpretado 12 veces y que le ha dado pie para titular sus memorias, publicadas por Alberto Santos, Editor. Esa afición es de nacimiento. "Nací en Madrid hace 63 años a las seis de la mañana", explica, "que es la hora del lobo, porque las leyendas sitúan en ese momento su retirada a la madriguera después de hacer de depredador". Paul Naschy considera que se trata del personaje fantástico más humano, "porque puede vivir en la más absoluta cotidianidad, tener novia, visitar a su madre... y por la noche convertirse en un terrible asesino debido a una maldición. Al hombre lobo sólo lo puede liberar el amor, y ese patetismo, ese atavismo, es lo que hace de él el monstruo más humano".

De sus noventa películas, Paul Naschy asegura que le han funcionado 89. Su mayor fracaso fue la comedia Operación Mantis, que dirigió en 1984, sobre un guión ajeno que no tenía nada que ver con el género gótico-expresionista. Fue un completo fracaso. "Destrozó todas mis perspectivas. Lo perdí todo y me arruiné por completo", asegura. Desde entonces, las apariciones de Paul Naschy se han espaciado y él se considera "un marginado del cine español". "Lo tengo difícil en España, pese a haber demostrado que soy un actor hecho y derecho que puede hacerlo todo", afirma. "Estoy trabajando con un joven director en El ojo de la medusa, pero normalmente no me llama nadie, ni en el cine ni en las teleseries. Soy toda una institución del cine español y el cine español no ha estado a la altura".

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