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¡Salvad a las focas!

Tal vez lo que más sorprenda en el Baikal sea su numerosa colonia de focas, conocidas como nerpas. Probablemente llegaron hasta allí, hace millones de años, a través del Angará, afluente del Enisei que muere en las gélidas aguas del Ártico. Quedan alrededor de 70.000 que, con el paso del tiempo, y por la singular pureza del agua, han desarrollado características fisiológicas únicas, aunque poco las distinga exteriormente de sus parientes de otras latitudes.Hace unos 10 años surgió la voz de alarma cuando las nerpas empezaron a morir por millares. Sus cadáveres infestaban las costas del norte del lago y los expertos eran incapaces de llegar a conclusiones definitivas sobre las causas de la epidemia. La versión más extendida es que se trató de una peste.

VIadímir Molózhnikov, ecólogo y presidente del Club de Amigos del Baikal, asegura que esta hipótesis "procede de los ideólogos que defienden las fábricas de celulosa que vierten sus desechos al lago", pero él ve demasiados indicios de que la razón de la catástrofe que mató a más de 10.000 focas e hizo temer el exterminio de toda la colonia fue muy diferente.

"Los cuerpos de las nerpas", recuerda, "estaban tirados en la orilla y servían de pasto a perros, osos, zorros y pájaros, pero no hubo ninguna otra especie que se contagiara".

Él lo tiene muy claro: la culpa fue de las dos fábricas de celulosa. Primero, porque en el año 1986, uno antes de que se desatara la epidemia, se vertieron al lago cantidades inusuales de desechos para evitar que los viera una comisión gubernamental. Segundo, porque se produjo un régimen hidrológico especial que hizo circular las aguas del sur del lago, donde estaban las fábricas, hacia las del norte, donde vivían las focas. Y tercero, porque éstas se estaban desplazando masivamente más al sur de su habitat tradicional a causa del tremendo aumento de la población que supuso la llegada al norte del lago de una de las líneas del ferrocarril transiberiano, el BAM (Baikal-Amur).

Demasiados peligros para una especie acostumbrada al agua pura, casi destilada, que convierte al Baikal en algo único en el mundo, pero que hace especialmente vulnerables a las plantas y animales que viven en sus aguas y en sus orillas. Más de 10.000 nerpas no pudieron sobrevivir. Y es que "cuánto más alto se halla una especie en la pirámide ecológica", dice Molózhnikov, "más peligro corre de ser susceptible a las agresiones exteriores".

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