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CONVENCIÓN SOBRE EL CAMBIO CLIMÁTICO

La ciencia que hay detrás de Kioto

10 años de trabajos del grupo de expertos de Naciones Unidas empujan a los gobiernos

No es una frase particularmente elegante y, escondida en un informe de 600 páginas sobre el cambio climático, tampoco es demasiado fácil de encontrar. Pero sin ella un tratado sobre los gases que provocan el efecto invernadero no se encontraría entre los puntos a debatir en la conferencia de Kioto. La frase sencillamente dice: "El balance de las pruebas indica que hay una apreciable influencia humana en el clima global".Es la conclusión a la que se ha llegado tras 10 años de investigación del cambio climático, por parte del grupo de científicos del clima de Naciones Unidas. Esa frase -de hecho, todo el informe- llevó a que los gobiernos de diferentes países admitieran lentamente que ciertas actividades humanas están recalentando el planeta; que el nivel del mar está (y continuará) subiendo; que habría más catástrofes climáticas, y que era el momento de adoptar medidas para solucionarlo. La ciencia ha jugado un papel estelar en el camino a Kioto.

Todo empezó con un profesor llamado Charles Keeling, un veterano investigador climático y director del grupo de investigación sobre el dióxido de carbono del Instituto Oceanográfico Scripps, en California. Keeling ha estado observando cuidadosamente los registros de dióxido de carbono en la atmósfera de Mauna Loa, Hawai.

En 1988 Keeling confirmó lo que muchos sospechaban: la concentración de dióxido de carbono había aumentado vertiginosamente desde 1850. Se dio cuenta de que la concentración había superado ampliamente las preindustriales 280 partes por millón en volumen de la atmósfera y que, de seguir así, esa cifra se duplicaría durante el siglo que viene -la concentración actual es de 360 partes por millón en volumen-. Pero Keeling también se dio cuenta de que este aumento coincidía con la revolución industrial, y con el aumento de las emisiones de dióxido de carbono procedentes de fuentes humanas, como la quema de combustibles fósiles.

Aumento de temperaturas

Por aquel entonces, había investigadores que habían llegado a la conclusión, a partir de los registros de la temperatura mundial, de que la temperatura media del planeta se había incrementado en medio grado durante el último siglo. Por otro lado detectaron que el nivel del mar había subido entre 10 y 25 centímetros en ese mismo tiempo.Estos aumentos planteaban una pregunta interesante: ¿Están los gases emitidos por el hombre, como el dióxido de carbono, el metano y el óxido nitroso, a través del llamado efecto invernadero, recalentando el planeta?

Los rayos solares calientan la tierra y el mar. Parte de esta radiación, que debería retornar al espacio, queda retenida por pequeñas cantidades de gases como el metano, el vapor de agua y, por supuesto, el dióxido de carbono.

El dióxido de carbono se da en la naturaleza, y es parte importante del alimento de las plantas. Pero también se liberan cantidades de este gas al quemar petróleo o carbón, o cuando la enorme cantidad de dióxido de carbono fósil existente en la madera es liberada durante la quema o tala de bosques. Esto lleva a que una mayor parte de la radiación solar quede atrapada convirtiendo la Tierra en una especie de invernadero.

La relación entre el aumento de las emisiones industriales de dióxido de carbono y el recalentamiento del planeta pronto pasó a emplear a la mayor parte de los investigadores del cuerpo de científicos climáticos de las Naciones Unidas, el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC).

La cuestión era -y sigue siendo- extremadamente polémica, ya que hay científicos que aseguran tener pruebas tanto a favor como en contra de que el aumento de la concentración de dióxido de carbono ha contribuido al incremento de la temperatura.

Parte de la dificultad para los investigadores era tratar de distinguir entre el calentamiento causado por el hombre de la conocida variabilidad del clima terrestre, que produce sequías en un extremo y edades glaciales en el otro. La cuestión, por lo tanto, es saber distinguir entre el calentamiento producido por el hombre y el calentamiento como consecuencia de la variabilidad natural del clima. Los científicos tratan de aclararla corriendo simulaciones cada vez más complejas del clima terrestre a través de superordenadores.

En mayo de 1995, John Mitchell, del Centro Hadley para el Cambio Climático en el Reino Unido, y sus colegas obtuvieron una respuesta. En una investigación publicada en la revista Nature parecieron confirmar que el dióxido de carbono producido por el hombre estaba calentando el planeta. Pero esta investigación también indicó que los aerosoles sulfurosos liberados, por ejemplo, en una erupción volcánica, tienen un efecto de enfriamiento. Tomándolo como un todo, la investigación diluía las conclusiones individuales de cada investigador.

Para complicar más las cosas, al mes siguiente, Keeling descubrió que, en el periodo transcurrido entre los años 1979 y 1988, los cambios naturales de la temperatura del aire terrestre fueron mayores que el aumento de temperatura causado por el incremento de las emisiones industriales.

Keeling confesó que en aquel momento él y su grupo de investigación se sentían desanimados por este descubrimiento, y dudaron si publicar o no estos datos "porque los descubrimientos tienen unas implicaciones tan importantes", y podían ser malinterpretados por aquellos que, como el sector industrial o el del automóvil, se oponen a las restricciones de emisiones fósiles. "Nuestras investigaciones demuestran que los cambios en la temperatura del aire contribuyeron, junto a las emisiones de combustible fósil, a incrementar la concentración de dióxido de carbono durante un determinado periodo de análisis. Pero, de todas maneras, esto no quiere decir que esté bien saturar nuestros cielos con combustible fósil quemado. Nuestros descubrimientos son un mínimo descenso en un gráfico definitivamente ascendente".

La evidencia definitiva

Pero Keeling no debería haberse preocupado. La evidencia definitiva de que hay "huella humana" en el calentamiento global vio la luz al año siguiente, publicada por Benjamín Slater, del Laboratorio Nacional Lawrence Livermore y unos colegas del IPCC.La ciencia no jugará un papel demasiado importante en la conferencia de Kioto, que se verá dominada por la diplomacia y la política, pero el trabajo de los científicos está lejos de haber acabado. La cuestión del efecto del dióxido de carbono -y otros gases implicados en el efecto invernadero- sobre sociedades concretas o sobre economías sólo está comenzando a ser abordada. De hecho, dos nuevos informes publicados en un reciente número de Nature (20 de noviembre de 1997) discuten sobre la reducción de emisiones en escenarios diversos, incluyendo la crítica y polémica cuestión de por cuánto tiempo a un país en vías de desarrollo debe permitírsele incrementar sus niveles de emisión, y cuándo se les debe pedir que los reduzcan.

La ciencia también debe dar más y mejores explicaciones físicas y químicas sobre cómo el dióxido de carbono hace aumentar las temperaturas, así como el papel que juegan hechos como los cambios en la radiación solar o en la circulación de los océanos y la presencia de pequeñas partículas, llamadas, aerosoles, en la atmósfera.

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