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España argumenta que el aeropuerto y el puerto de Gibraltar carecen de valor militar para la OTAN

Xavier Vidal-Folch

El contencioso hispano-británico bloqueó ayer, como se esperaba, la reforma de la estructura militar de la OTAN en la reunión de su Comité Militar, en la que griegos y turcos alcanzaron un crucial acuerdo. Pero aunque juega al contraataque, España ha logrado demostrar con cifras, en un memorándum secreto al que ha tenido acceso EL PAÍS, que las comunicaciones del Peñón son irrelevantes para la defensa aliada. Todo surgió en julio, cuando el nuevo secretario del Foreign Office, el laborista Robin Cook, amargó al Gobierno español la cumbre de la Alianza en Madrid.

Cook deslizó que si España mantenía sus restricciones al tráfico aéreo y naval hacia y desde Gibraltar, vetaría la reforma de la estructura militar de la Alianza. Londres sostenía que un aliado leal no puede imponer restricciones a otro. Y, sobre todo, que las restricciones perjudican las operaciones de los Dieciséis, porque un barco que atraca en el puerto de Gibraltar, o un avión que aterriza en el aeródromo del istmo, no puede acudir inmediatamente a instalaciones españolas sin antes pasar por una suerte de descontaminación en puerto o aeropuerto de un país tercero.Su máxima oferta era compartir el control de los corredores aéreos o accesos al aeropuerto, en su mayor parte españoles. Preanunció el veto a la reforma interponiendo dos reservas, que aún no ha levantado. Una, al establecimiento de un mando subregional, de tercer nivel, en España: el Suroeste. Otra, a la desaparición del cuartel británico de cuarto nivel en el Peñón, el Gibmed.

España contraofertó el pasado día 21 con el control compartido del aeródromo: sólo así levantaría las restricciones. Estas fueron impuestas en los años sesenta, después de que Londres afirmara ante la ONU su soberanía sobre el territorio, del istmo, ocupado sin el respaldo del Tratado de Utrecht (1714). España aseguró que nunca vetaría la reforma de la Alianza Atlántica y que este litigio bilateral podía resolverse después de la reforma, manteniendo hasta entonces, en esa hipótesis, las restricciones.

En apoyo de sus argumentos, el Gobierno elaboró un memorándum, del que distribuyó una edición completa y otra resumida a sus aliados. No para involucrarlos en una disputa bilateral ni convertir a la Alianza en rehén de la misma, sino para precisar sus argumentos y destacar que no está en posición de demandante, algo que sin embargo cree un número bastante elevado de sus socios.

Los argumentos del documento secreto, al que ha tenido acceso este diario a través de una delegación nórdica -pues España se niega a hacerlo público- se resumen en cuatro puntos básicos.

Uno: las restricciones nada tienen que ver con la reivindicación de la soberanía, sino en todo caso con la apropiación de esta de forma exorbitante al Tratado de Utrecht. Punto dos: las restricciones para nada afectan a la operatividad de la alianza. En tercer lugar, la principal prueba política de ellos que nunca fueron objeto de discusión entre 1982 y 1986 ni se erigieron en obstáculo para los acuerdos de coordinación entre España y la OTAN negociados en esa época. Y cuarto punto: la principal prueba factual son los registros de amarres y los despegues y aterrizajes en Gibraltar y en la zona cercana.Ahí, el memorándum es demoledor. Frente a la tesis británica de que la posición española implica la ineficiencia de la Alianza, el documento demuestra el escasísimo tráfico de Gibraltar, su inanidad como centro de conexión para todos los ,aliados, incluido el Reino Unido.

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Tráfico naval y aéreo

En tráfico naval, el puerto del Peñón ha dispensado servicio en los dos últimos años (1996 y hasta noviembre de 1997) tan sólo a una docena de buques aliados de tamaño superior al de una corbeta. Por su parte, las visitas de barcos de los Dieciséis, incluidos británicos, a los puertos españoles de la zona del Estrecho han alcanzado la cifra de 288.Aún más espectacular: los despegues y aterrizajes en el aeródromo han registrado una frecuencia en el mismo período 1996-1997 de ocho vuelos mensuales.

En contraste, las mismas tomas de contacto en los aeropuertos españoles de la zona (Morón, Rota y El Retín) han superado las 5.300 en el conjunto de ese período. En su mayor parte se trata de utilizaciones norteamericanas, pero también británicas y de otros socios. En suma, las restricciones del tráfico sobre Gibraltar, que ya llevan veinte años, carecen de impacto militar en los operativos de la Alianza.

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