"Hay que hacer fármacos más tolerables"
El VIH, el virus que causa el sida, es inteligente. Al menos así lo piensa Douglas Richman, uno de los más reputados virólogos de la escena internacional y uno de los pocos expertos inmersos en la investigación del sida desde su aparición. En opinión de este científico, actualmente director del centro de virología e investigación del sida en la Universidad de California (San Diego), el objetivo es vencer la resistencia de un virus que basa su éxito en su gran capacidad de mutación.Richman, que estuvo recientemente en Badalona (Cataluña) para participar en una jornada científica organizada por la fundación Irsi-La Caixa, sostiene que la terapia triple contra el virus, con la que se han obtenido buenos resultados, marca el camino a seguir, pero sin obviar otras alternativas.
Pregunta. El éxito de la terapia triple parece ya confirmado.
Respuesta. Lo único que podemos decir por ahora es que con la terapia combinada se han obtenido buenos resultados. Cuando se sigue escrupulosamente la capacidad de replicación del virus disminuye y que la carga viral se reduce hasta ser casi indetectable utilizando procedimientos de análisis estándares.
P. Por tanto, el trabajo no ha concluido.
R. Ni mucho menos. Queda todavía mucho por ver en el área de las terapias antirretrovirales y cómo su administración continuada afecta al organismo humano. Sabemos que este tipo de fármacos puede provocar efectos secundarios, y de lo que se trata es de hacerlos más tolerables. Por otra parte, se está investigando la estructura del virus, y hay que comprender mejor cómo estos fármacos han disminuido la carga viral hasta convertirla en indetectable en la sangre.
P. Que sea indetectable en sangre no asegura su ausencia. De hecho, parece que hay trazas del virus en otros puntos, en especial el sistema linfático y el cerebro.
R. Sí, pero en esos puntos, y eso es lo realmente impactante, es que los virus se pueden detectar y aislar, al tiempo que se evita que puedan continuar replicándose. Es como si el virus estuviera congelado en las células. A efectos prácticos, se ha conseguido que la enfermedad no progrese, aunque por ahora queda latente en el organismo. El próximo paso sería su erradicación.
P. ¿Estamos, pues, hablando ya de una enfermedad crónica?
R. De alguna forma, podemos considerarla así. En el fondo, y aunque la gravedad es distinta, no dista mucho de la diabetes o la hipertensión, por ejemplo, que requieren un tratamiento de por vida y la administración continuada de fármacos. En todas ellas, del mismo modo que ocurre actualmente con el sida, si son tratadas adecuadamente puede prevenirse su progresión.
P. La terapia triple ha mostrado también puntos débiles.
R. Fundamentalmente, se trata de los derivados de la propia medicación. Hoy por hoy, el tratamiento debe seguirse escrupulosamente, con altas dosis de disciplina, para conseguir los resultados apetecidos. Por esta razón en muchos centros del mundo se han iniciado programas de soporte psicológico complementario para que el enfermo tome mayor conciencia. Por otra parte, el médico juega también un papel importante: de él depende la correcta prescripción del tratamiento y que éste se inicie en el momento adecuado: no debe iniciarse cuando la carga viral es excesivamente baja o cuando las patologías secundarias son demasiado importantes.
P. ¿Y si el enfermo decide abandonar la medicación?
R. El virus reaparece en sangre a las pocas semanas, dos o tres a lo sumo. Lo mismo ocurre si se rompe con la disciplina en la administración de fármacos, con el riesgo añadido de generar resistencia para alguno de ellos. Y el tratamiento pierde eficacia.
P. ¿Someterse de por vida al cóctel no es un riesgo?
R. Disponemos todavía de poca experiencia, pero está claro que debemos conseguir nuevas generaciones de fármacos más tolerables y con menos efectos secundarios. Por otra parte, y según logramos prolongar la vida media del enfermo, es lógico que aparezcan complicaciones en forma de infecciones. En general, si el tratamiento es correcto, estas situaciones no se dan.
P. ¿El éxito de esta terapia descarta la investigación en fórmulas alternativas?
R. De entrada, no. Estamos ante un oponente muy inteligente y no podemos descartar otros caminos. No debemos olvidar que, hoy por hoy, no es posible erradicar el VIH y, por otra parte, que este tipo de terapia no es aplicable a países en desarrollo debido a su alto precio.
P. ¿La terapia génica podría ser una solución?
R. Se investiga mucho, pero aún es ciencia-ficción. No veo resultados aplicables en menos de cinco anos.
P. ¿La vacuna también es ciencia-ficción?
R. Es la máxima prioridad. Sólo así podría tratarse la epidemia a nivel mundial. Todas las vías han fracasado, pero se están abriendo otras alentadoras.
P. ¿Se atreve a fijar un plazo?
R. En tres o cuatro años no va a haber nada. Esperamos que en una década empiece a ser una realidad.
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