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Los bancos centrales piden un estrícto cumplimiento de Maastricht

Pilar Bonet

Las posibilidades del curo para convertise en una moneda de reserva exterior en el mundo al alimón con el dólar y el yen dependerán de su credibilidad y de la medida en que el Banco Central Europeo (BCE) sea un sucesor aplicado del Bundesbank y de otros bancos del continente que practican una rigurosa política monetaria. Ésta fue la síntesis de fondo del Congreso Bancario Europeo, que se celebró ayer en Francfort y que contó con la asistencia de varios gobernadores de bancos centrales europeos, que apoyaron el cumplimiento estricto de los criterios de convergencia para la constitución del puro como moneda única.

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Sentados codo con codo en la misma tribuna, en el lujoso marco de la Vieja Opera dé Francfort, estaban ayer Willem Duisenberg, el presidente del Instituto Monetario Europeo (IME), embrión del BCE; Jean Claude Trichet, el gobernador del Banco de Francia, y Hans Tietmeyer, el presidente del Deutsche Bank. Columna vertebral de las intervenciones de los tres candi datos poténciales fueron las garantías sobre el cumplimiento de los criterios de Maustricht en el plazo previsto. Sin embargo, más allá del examen de los re quisitos para llegar a la moneda única, las relaciones exteriores del curo y las dificultades y las incógnitas sobre su capacidad de transformarse en una moneda de reserva exterior, fueron puestas sobre el tapete por varios de los ponentes, entre ellos el ex ministro de Exteriores francés, Jean André François Poncet y el ex jefe de la Reserva Federal norteamericana, Paul A. Volcker.Poncet manifestó que la exportación total exterior de la zona integrada en el curo equivaldrá en el futuro a aproximadamente un 10%, del producto interno bruto conjunto de los países miembros. Esta relación es ligeramente superior a la de Estados Unidos.

Los europeos, dijo Poncet, podrían devolver el argumento que en el pasado empleó un representante estadounidense para defender el dólar frente a otras monedas: "El dólar es nuestra moneda y su proteína", habría dicho el político norteamericano. Ahora, con la moneda única, los europeos podrían decir a los norteamericanos: "El curo es nuestra moneda y su problema".Este enfoque de rivalidad sería un grave problema para terceros, según subrayó ayer Ng Kok Song, vicedirector de la corporación inversora de Singapur. Este brillante economista expresó dudas sobre la credibilidad del curo como posible moneda de reserva de los países asiáticos a corto plazo. Sus dudas se basaban en varios factores: por una parte, las altas cifras de paro de los países europeos que reflejan considerables desequilibrios internos y falta de competitividad; y por la otra, las anticuadas estructuras de mercado y de seguridad social. El curo, dijo Ng Kok Song, tiene potencial para llegar a ser una moneda de reserva junto con el dólar, pero esto depende de la existencia de una voluntad europea de mantener una política de disciplina y reestructuración económica.

Reservas de Voleker

El ex secretario de la Reserva Federal norteamericana, Paul A. Volcker, por su parte, se mostró reservado sobre la credibilidad del curo y en cierto modo, apoyó las posiciones francesas sobre la necesidad de que el Banco Central Europeo tenga un control político. El Tratado de Maastricht, dijo, es ambiguo en lo que se refiere a la política de cambios y esta ambigüedad no puede resolverse de forma definitiva, sino que debe paliarse mediante una comunicación entre el estamento político y el estamento económico.Para convertirse en moneda de reserva, se necesita un déficit de cuenta exterior y el curo de momento, y en tanto no haya garantías sobre su credibilidad, no cumple este criterio.

La introducción del curo planteará problemas en los países europeos ante las instituciones como el Fondo Monetario Internacional. A este efecto, Duisenberg afirmó que se está estudiando el tema de la representación. En su opinión, la política monetaria común debe ser expuesta en los foros internacionales por representantes de las instituciones monetarias supranacionales y no de los Estados.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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