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La gran noche de dos viejos amigos

Ben Sidran y Georgie Fame se reencuentran sobre el escenario del Festival de Granada

Ángel S. Harguindey

Ocurrió en el marco del XVIII Festival Internacional de Jazz de Granada. Sidran actuó con Georgie Fame por amistad y porque se encontraba en Sevilla visitando a su hijo Leo, 20 años, batería, compositor y estudiante de Filología. Pianista, compositor, cantante y creador del sello Go Jazz, no quiso perderse la actuación de Fame y la mejor manera era la de compartir el escenario con él. Fame, que había iniciado su gira española as atrás, estaba exultante. Sus 57 años le permiten valorar la calidad y el talento de sus amistades y Sidran es uno de los mejores, demás de su editor discográfico.

Tienen distintos talantes y distintas maneras de entender la vida (Sidran, tras el concierto, se acostó a la una. Impecable. Fame, a las siete de la mañana. Tres horas de sueño, cuatro cervezas de desayuno y seis horas de carretera hasta el siguiente concierto. Alguien lo definió como "un perro de la noche") pero coinciden en lo esencial: su amor por la música.La sala, habitualmente utilizada para espectáculos de copla y flamenco, presentaba el pasado sábado una excelente entrada, casi llena. Fame actúa con un grupo de seis músicos entre los que destacan el saxo Alan Skidmore y Tristan Powell, guitarra e hijo del líder. Cuando salen al escenario Sidran y su hijo Leo, Fame los presenta en plan superstars. Calientan los dedos en los teclados mientras se intercambian saludos y requiebros: están a gusto y arrancan con fuerza el It should have been me, de Ray Charles: es el homenaje a uno de los indiscutibles maestros de diversos géneros: jazz, soul, blues... Los dos saben que la música no es una cuestión de parcelas, de lindes: es una cuestión de talento.

El último disco de Sidran, Life's a Lesson, está dedicado al pueblo judío. "En mi juventud", comentaba el músico, "era de religión judía. Después descubrí la música y traspasé mis ansias de espiritualidad hacia ella. Con este disco, en el que colaboraron, entre otros, Carole King, Randy Brecker y Lee Konitz, quería rendir homenaje a ese pueblo y a su música tradicional y, aunque en la industria del disco en Estados Unidos la presencia judía es muy importante -como lo es en la del cine-, la verdad es que no encontré ninguna ayuda o receptividad especial. Al parecer una cosa es la religión y las tradiciones, y otra distinta los negocios".

No hay amargura en las palabras de Sidran, simplemente describe unos hechos y unas reacciones. Ahora inicia una pequeña gira por Europa. Tocará en Londres, París y Roma y lo hará de una manera peculiar: no lleva grupo pero en cada ciudad se encontrará con amigos que le acompañarán. En París, por ejemplo, actuará con Clementine, una cantante de un enorme gusto y suavidad interpretativa. "Es como viajar sin ropa porque sabes que en cada ciudad tienes la suficiente para vestir dignamente tus composiciones", explica.

Sidran y Fame, dos amigos de hace mucho tiempo, dos colaboradores en lo musical que comparten también un concepto similar del éxito. "Para mí", declara Fame, "el éxito es tocar con los amigos allí donde estén, y al margen de contratos, managers y todas esas historias de la industria y el marketing". Así de claro lo tiene quien comenzó a tocar profesionalmente hace casi 40 años, con nombres como los de Eddie Cochram y Gene Vincent. "La verdad es que podemos hablar de la prehistoria del rock", comentaba quien en los 60 estuvo en la cresta de la ola. Había firmado temas como La balada de Bonnie y Clyde, había sido número 1 y las estrellas del incipiente rock británico alardeaban de su amistad con él. Un ejemplo: fue Fame quien descubrió a los Beatles la fuerza y belleza del blues. Otro ejemplo: en la gira de las gentes de la Motown por el Reino Unido, le pidieron que actuara con ellos, y ellos eran Stevie Wonder, Martha y las Vandellas, Smokey Robinson o Diana Ross y las Supremes. Desde entonces, y con una pasmosa facilidad para adaptarse a las nuevas circunstancias, Fame pasó a ser uno más del grupo. Dejó el liderato y se integró en bandas de lujo: Bob Dylan, Eric Clapton y desde hace diez años, en la de Van Morrison, al que ya resulta difícil escuchar sin el órgano de Georgie a su lado.

Los nuevos valores

El curriculum de Sidran, 53 años, está más vinculado al jazz pero también con un saludable eclecticismo en el que fusiona lo clásico con el bebop, el rhythm and blues o el pop con absoluta fluidez. Grabó su primer disco hace 25 años y desde 1990 busca y apoya a nuevos valores en su sello, Go Jazz. "Trato de hacer una música alejada de la tecnología. Personal, humana. Creo que las innovaciones tecnológicas han deshumanizado las composiciones. Por eso me emociona escuchar a gentes como Chet Baker, John Coltrane o Frank Sinatra".Sidran tiene una sensibilidad a flor de piel. Al día siguiente del concierto -en el que interpretó con Fame tres temas de otro gran amigo común, Mose Allison- visitó la Huerta de San Vicente, la casa de campo de los García Lorca. Tocó unos temas sefardíes en el piano del poeta, ("los planos siempre te dicen cómo hay que tocarlos y éste me indicaba que era amistoso, cálido y suave", comentó Sidran en la Huerta), absorbió con interés toda la información de la anfitriona y directora de la Fundación, Laura García Lorca, y regresó a Sevilla hablando sin parar de la emoción, de las distintas emociones que había vivido en su visita a Granada, en donde se reencontró con su viejo amigo Fame, descubrió el piano de Lorca y encontró nuevas amistades. Fame y Sidran, Sidran y Fame, o la demostración de que la sabiduría puede reemplazar a la juvenil ilusión: una cuestión de oficio y clase.

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