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FÚTBOL UNDÉCIMA JORNADA DE LIGA

El Celta fue más equipo revelación

Una tras otra van cayendo las victorias en Balaídos. Rivales de todo pelaje han pasado. por Vigo, y todos han salido con idéntico saldo: de vacío. Y el Celta venga a sumar puntos y a subir puestos en la clasificación. Es algo más que una circunstancia el lugar en las alturas que ahora ocupa, porque ayer el Mallorca le secó la garganta. Le desesperó, se diría, pero insistieron los de Irureta y acabaron por encontrar lo que buscaron. También le demostraron a los de Cúper que, al menos hasta el momento, la auténtica revelación del campeonato hay que buscarla en Vigo.El Mallorca fue en Balaídos un equipo muy agrupado, con las líneas muy juntas, eficaz en la presión y con una salida agresiva. Pronto le hizo entender al Celta que le iba a ser difícil sorprenderlo en un contraataque y que iba a ser cuestión de paciencia. La propuesta dio lugar a un partido de ocasiones muy seleccionadas. Hubo pocas, pero todas claras. También fue un choque repleto de detalles: la salida de los isleños por la banda, la habilidad de los 22 para manejarse en tan corto espacio o la fuerza con que todos acudieron a los balones divididos.

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El Mallorca, peligroso

Fue por los dos costados por donde buscó el Mallorca los errores del Celta, y lo cierto es que se convirtió en el equipo más peligroso que esta temporada ha pasado por Balaídos.El Celta tuvo más insistencia tras la reanudación, pero durante minutos y minutos se encontró con el desesperante orden del Mallorca. En defensa, el equipo de Héctor Cúper juega de memoria, y dejaba menos opciones tras la reanudación porque se estaba ilusionando con la posibilidad de llevarse un punto. Pero empezó a trabajar Karpin. El ruso se echó el equipo sobre sus hombros. Irureta le tendió una mano a los suyos con un cambio de los que no acostumbran técnicos que gastan fama como la suya: retiró a un centrocampista de corte defensivo como Caires y dio entrada a Sánchez.

El Mallorca hizo el resto al cometer el único error del partido: una salida en falso de Kike y el noruego Eggen empujó el balón a la red. Balaídos se derritió de placer. De ahí al final, al Celta sólo le restó congelar la pelota y esperar. La sexta victoria en casa lo tiene tan arriba que el celtismo se retuerce de felicidad.

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