Menzel destaca la capacidad del dramaturgo Václav Havel para "burlarse del absurdo"
El cineasta dice que los checos tienen hoy la libertad ideológica, pero no la económica
"Havel es un checo, un praguense, tiene la capacidad de burlarse del absurdo". De esta forma, el cineasta, guionista y actor Jiri Menzel (Praga, 1938), amigo y director de obras teatrales del dramaturgo Václav Havel, se refirió ayer en Madrid al sentido del humor y la ironía del presidente Václav Havel, con motivo de la edición de Largo desolato y otras obras (Círculo de Lectores). El volumen incluye siete piezas, escritas en los años anteriores a la Primavera de Praga, aunque Menzel se refirió a los valores de su literatura dramática e incluso llegó a escenificar el modo en que el presidente Havel veía a sus personajes. Havel, de 61 años, seguía ayer hospitalizado, aquejado de una pulmonía.
El presidente -Václav Havel sólo rompió la recuperación de una reciente intervención quirúrgica para recoger en Oviedo el pasado 24 de octubre el premio Principe de Asturias de Comunicación y Humanidades, donde se destacó su esfuerzo por "poner la razón política al servicio de la espiritualidad humana y la conciencia". El cineasta Jiri Menzel, autor de la popular Trenes rigurosamente vigilados (1967), ha aprovechado su estancia en Madrid -con motivo de la presentación de sus cintas hoy en la 7 a Semana de Cine Experimental y participar mañana en un ciclo de la Filmoteca Española en el cine Doré- para comentar el teatro de Havel y otros aspectos actuales de la República Checa.La lucha del individuo frente al poder, la incomunicación, la íntima desolación, la pérdida del sentido del lenguaje se reflejan en los personajes de Václav Havel que aparecen en el libro Largo desolato y otras obras, en traducción de Monika Zgustová. En la misma colección han aparecido otros escritos de Havel, como Meditaciones estivales, sobre el futuro político de su país en 1990, y Cartas a Olga, enviadas a su esposa durante los cuatro años que estuvo en prisión.
Jiri Menzel dijo ayer que Havel no escribe ahora teatro pero su compromiso intelectual con la literatura continúa con los discursos que escribe, que se pueden considerar "ensayos de gran nivel y gran cultura, escritos en un checo muy culto que lo pueden leer las personas corrientes". Menzel y Havel son de la misma generación y mantienen una amistad. "Siendo presidente me ofreció tutearnos pero tiene una personalidad demasiado grande".
Trascendencia
"La obra teatral de Havel sigue teniendo vigencia antes y ahora, porque no son piezas de propaganda política. Tienen una significación más profunda, con una mayor trascendencia", declara Jiri Menzel. Por el conocimiento de las obras y la experiencia personal con algún montaje de las mismas, Menzel opina que el problema del teatro de Havel es la interpretación. "He visto también representaciones en el extranjero y es difícil acercarse a las piezas, ya que lo más importante es el propio texto, por encima de los caracteres de los personajes. Ello se debe a que en Havel no hay personajes psicológicos sino que son personajes-modelo".Menzel puso como ejemplo la gestación de la obra Opera de los mendigos, incluida en el volumen presentado ayer, y la forma en que el propio Havel comentó el montaje de esta pieza, dirigido por Menzel. Havel escribió esta versión a finales de los años sesenta para un pequeño teatro de Praga -sus comienzos fueron como tramoyista y director en el teatro de la Balaustrada, donde su mujer Olga era cajera- y en los setenta se realizó una representación por aficionados en una sala cerca de la capital que el régimen consideró "una gran provocación". A finales de los ochenta se quiso repetir el montaje con profesionales "pero dentro del espíritu de los no-actores, que se habían aprendido los diálogos sin interpretar la vida propia de los personajes". "Havel me decía que había que decir el diálogo de una forma tensa y directa, como los cantantes de ópera".
Las primeras obras de Havel se suelen situar en una poética cercana al teatro del absurdo. Jiri Menzel comentó ayer la importancia de esta corriente en el deshielo de los años sesenta en Praga, cuando en los teatros se representaba a Beckett, lonesco y Pinter. "La personalidad de Beckett era una sorpresa pero me sentía tenso con sus obras y al salir del teatro me llenaba de miedo y temor. Las obras de Havel me causan una mejor sensación, ya que considera la realidad de otra manera. Es un checo, un praguense, con un sentido y capacidad de ironía, saber burlarse del absurdo. Es como hacer una mueca victoriosa frente al absurdo de este mundo".
En la misma línea del sentido del humor, "aunque más triste y profundo", Menzel sitúa a Kafka y su raíz judía. "Los checos, a diferencia de los judíos, han vivido una historia más sencilla, más fácil. Es extraño pero la literatura checa se diferencia de la anglosajona en el estilo del humor".
Jiri Menzel se considera un actor casual que interviene por amistad en algunas obras, sobre todo comedias. Su profesión es el cine y su afición el teatro. Sus películas -entre las que figuran Trenes rigurosamente vigilados, sobre la novela de Bohumil Hrabal, Ópera de mendigos, Mi pueblecito, Un caserío cerca del bosque, pasadas en las filmotecas- se van a conocer estos días en Madrid.
Con el cambio político en la República Checa, Menzel afirma que "tenemos otras preocupaciones mas graves que rodar películas". "Con el anterior régimen no había problemas, con despilfarro en hacer películas como se fabricaban zapatos, de acuerdo con un plan, sin competencia con otras películas e incluso con el monopolio del Estado para comprar cintas. Hoy tenemos libertad ideológica pero no la económica y, lo que es peor, nos falta motivación".
Babelia
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