Armas de Francia, Italia, EE UU y Alemania para la represión
Las pesadillas de Abdessalam están reservadas para los recuerdos de la tortura, los interrogatorios brutales, sistemáticos de los prisioneros en los que, dice, nunca participó. "Algunas veces los prisioneros eran obligados a beber un ácido. Los torturadores venían de la policía judicial. Hacían su trabajo en los garajes de mecánica que había junto a la comisaría de policía en Daira. Recuerdo sus nombres. Uno era Baussad, que murió más tarde. Algunas veces los prisioneros eran obligados a permanecer de pie con los testículos sobre la mesa y les golpeaban. Se les obligaba a sentarse sobre botellas. Y mientras tanto, se les hacían preguntas. Algunos morían bajo el agua mientras eran torturados. Conforme a las órdenes, los que tenían que morir eran llevados fuera de la ciudad. Allí se les ponía en libertad y se les decía que marchasen. Entonces, se les disparaba por la espalda. Eran enterrados en secreto".Además de su trabajo de conductor, Abdessalam era oficial de compras de la policía de Argel, y recibía equipos de Italia, Alemania y EE UU. El cuenta lo del armamento como si tal cosa, sin darse cuenta de las implicaciones de lo que está diciendo: que éstos son los países que abastecen a las fuerzas de seguridad de Argelia, cuya crueldad es ahora notoria. "Conseguimos ropas, uniformes y municiones de Italia, pistolas de aire comprimido y pistolas Beretta de nueve milímetros -cada una lleva 15 balas- y, desde el principio de la violencia, los italianos nos enviaron pistolas de siete milímetros. De América conseguimos gases lacrimógenos, chalecos antibalas y los uniformes de policías ninja con sus máscaras. Nuestros coches de policía vienen de Alemania y Francia.Desde el fin de 1992, mandamos policías a Francia para entrenamiento".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.