La violencia y el sexo

En los años de la posguerra, en las épocas de más dura censura, uno de los máximos atractivos de las películas de aventuras, de las de pura acción, eran las sutiles relaciones eróticas que se establecían entre los protagonistas.Con el paso de los años y la desaparición de la censura, también han dejado de establecerse relaciones eróticas entre los protagonistas de las películas de acción y han dejado de tener el menor tono sexual para convertirse en meramente laborales. Tal y como, una vez más, ocurre en El pacificador.

En esta ocasión la historia gira en tomo a cómo recuperar las nueve cabezas nucleares robadas por un oficial del ejército ruso en una remota zona de Rusia. Lo más curioso de El pacificador es que al mismo tiempo describe las relaciones que se establecen entre la avispada directora del departamento de Contrabando Nuclear de la Casa Blanca, que no tarda en descubrir el robo de las cabezas nucleares, y el coronel de inteligencia de las Fuerzas Especiales del Ejército de Estados Unidos, que pone en marcha la compleja operación para recuperarlas. En la medida en que el mando lo tiene una mujer y las violentas acciones las realiza un hombre, las relaciones sólo se plantean a niveles de competencia laboral, resueltas de una manera amistosa, sin que se produzca ninguna disputa entre ellos, pero también sin que se plantee un lazo de ningún otro tipo. Ni se acuestan, ni se abrazan, ni se besan, ni tan siquiera se sonríen, sólo se limitan a ayudarse, impecablemente vestidos.

Algunos pueden pensar que esto se debe a que está dirigida por una mujer, la debutante Mimi Leder, y que quiere huir de cualquier referencia al acoso sexual, pero no es algo nuevo, sino que ocurre hace tiempo y en películas realizadas por los hombres más machistas. De manera que no pueden ser más asépticas las relaciones entre la australiana Nicole Kidman, cada vez más bella y mejor actriz, y el norteamericano George Clooney, un casi nuevo y rudo actor.