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GENTE

EL MARIQUELO VOLVIÓ A ARRIESGARSE

El ascenso a lo alto de la torre de la catedral nueva de Salamanca, con 90 metros de altura, volvió a medir la capacidad de riesgo que, ya desde hace 11 años, desafía el folclorista Ángel Rufino de Haro, El Mariquelo, cada 31 de octubre. Ayer volvió a ascender hasta la veleta de la torre para conmemorar la acción de gracias porque el terremoto de Lisboa de 1755 no derribó el templo, a pesar de los bruscos movimientos que experimentó y que sólo dañaron la torre. Desde entonces, los campaneros ascendieron tal día como ayer para recordar la situación, aunque a mediados de siglo se perdió la tradición, que recuperó Angel Rufino de Haro. El Mariquelo asciende vestido con el ajustado traje de charro y con un tamboril a la espalda, mientras supera la cúpula, recorre el cupulín superior y la larga aguja gótica sobre la que se asienta la veleta, en la que se instala el folclorista para tocar desde allí una charrada con el tamboril. Este año, también, pidió ayuda para los enfermos de Alzheimer y de esclerosis múltiple, deseó solidaridad e igualdad entre las razas y culturas y convocó a los políticos salmantinos para trabajar conjuntamente. "Paz, solidaridad y caridad", exclamó antes de soltar una paloma. La maniobra del descenso fue la más arriesgada, mientras más dé un millar de personas situadas ante la catedral contenían la respiración cuando los pies de El Mariquelo buscaban las reducidas escamas de la piedra para poder asentar las botas.-

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