La memoria institucionista
Nada más justo: a Antonio Jiménez-Landi le ha sido concedido el Premio Nacional de Historia. Es el reconocimiento a su obra tenaz, culta, sabia. La memoria de la Institución Libre de Enseñanza; su pulso vital preservado en circunstancias tan adversas. Fue su vida como una entrega del testigo que recogió de su padre, discípulo de Francisco Giner de los Ríos y maestro de la Institución. Con emoción y respeto quienes, en nuestra generación, creemos en la vigencia y valor de esta idea educativa se lo agradecemos. Le recordamos.Hace pocos meses se presentó su obra La Institución Libre de Enseñanza y su ambiente. Ua gran contribución a la historia del movimiento educativo más trascendente que ha tenido lugar en este país. Antonio sentía aquel día cumplido su compromiso vital con la Institución. Estaba cansado pero feliz, culminando su proyecto, arropado por una parte muy notable de la intelectualidad española y por los rectores de las universidades Complutense, de Barcelona y de Castilla-La Mancha que, junto al Ministerio de Educación, editaron el texto.
La obra, fruto de tantos años de trabajo, recogía la vida, el pensamiento y el contexto de los institucionistas de una manera apasionada, propia de la personalidad de Antonio Jiménez-Landi. Completaba, duplicaba, aquel primer texto de 1973 editado por Taurus con un nuevo volumen dedicado al "periodo escolar" y un último sobre el que denominaba "periodo de influencia expansiva". Al cabo de pocos días, por medio de su hija Teresa (heredera de su inteligencia y también dedicada a hacer vivir la ILE), me hizo Regar los volúmenes que he leído, sobre todo consultado, casi a diario.
Conocí a Antonio hace muchos años, gracias a Elvira Ontañón, cuando inicié mi vinculación formal formal con la Institución Libre de Enseñanza por medio de Vicente Sos. Posteriormente, al elegirme miembro del Patronato de la Fundación Giner de los Ríos-ILE, tuve la oportunidad de tener una relación más próxima. Soy testigo de su defensa de la independencia de esta casa venerable que es la Institución, de su apoyo a las nuevas iniciativas y de su creencia en la permanencia del mensaje educativo.
El año pasado, en el estudio titulado La educación encierra un tesoro, encargado por la Unesco y coordinado por Jacques Delors, se decía que el motor de la sociedad es, y será aún más en un próximo futuro, la educación. Ésta, mucho más que la riqueza en materias primas, en industria o en servicios, será el determinante de la riqueza de los pueblos. Es curioso que esta idea, tan nueva, no es, en realidad, nada nueva. Se halla en todas las obras de Francisco Giner de los Ríos e impregna toda la filosofía educativa de la que nace la Institución Libre de Enseñanza. Transformar la sociedad a través de la educación. Ésa es la máxima que obliga, a su vez, a analizar la educación que damos, la que queremos dar, la que somos capaces de dar. En particular cómo ésta puede contribuir a un nuevo modelo individual y colectivo más racional, más ético y más humano.
La Institución Libre de Enseñanza supone, desde su fundación, la más completa y original aportación a la educación española. La respuesta de Giner "nos hace falta un pueblo" a la frase de Costa "nos hace falta un hombre", convierte, como dice Rodríguez de Lecea, el proyecto educativo en un proyecto social. La única manera de transformar una sociedad es transformando al individuo, y la Institución se plantea la tarea de transformar al hombre mediante una educación integral, no solamente científica, o técnica, o humanística.
La obra de Jiménez-Landi contiene todas las claves necesarias para conocer la gestación y la acogida que tuvieron tan trascendentes propuestas. El reconocimiento que hoy se hace de la misma nos debe llenar de alegría y de ganas de seguir haciendo camino.
Babelia
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