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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Crónicas del viejo maestro

Si, como afirmó el propio interesado, La ceremonia, el terrible, magistral filme anterior de Claude Chabrol, era "una película marxista hecha por un no marxista", bien podemos afirmar que No va más, reciente doble ganadora del festival de San Sebastián, es el zumbón homenaje al dinero de un hombre que no cree en él, aunque, como también reconoce el lúcido cineasta, "dado el modo en que funciona el mundo, es terrible no tenerlo". Y como si quisiera curarse un tanto de la siniestra solidez de su obra maestra anterior, el viejo, irónico maestro, más dominador que nunca de las técnicas narrativas, se toma un descanso con un entremés sobre pilluelos, construido con la precisión de un reloj, digamos que suizo, que, al fin y al cabo, bastante de helvético hay en la película.No va más cuenta, con una astucia a la que sólo se accede después de haber rodado mucho -es ésta la 50ª película del director francés-, la más bien agradable historia de dos chantajistas, ladrones sensatamente burgueses, acomodados y vividores, que jamás roban más allá de lo que sería prudente y aconsejable. El (inmenso Serrault) es casi un anciano, no se engaña sobre la disposición afectiva de su ayudante -amante (no menos inmensa Huppert: hubiese sido mucho darles los premios de interpretación en Donostia frente, nada menos, a Federico Luppl y Julie Christie; pero si hubiesen ganado, a fe que no hubiera sido un despropósito). No le hace escenitas de celos cuando ella se dedica a sus consentidos devaneos, no la importuna, no la acosa. Pero ambos saben que su relación se basa en una suerte de difuso cariño... y en el gusto por el dinero fácil.

No va más (Rien ne va plus)

Dirección y guión: Claude Chabrol. Francia, 1997. Intérpretes: Isabelle Huppert, Michel Serrault, FranQois Cluzet. Estreno en Madrid: cines Rex, Conde Duque, Colombia, Ideal.

Con loable economía de medios, el prólogo del filme nos informa de todo ello. Lo que sigue luego es sólo un accidente, un caso que se complica con inusuales derivaciones caribeñas, una banda de hampones y unos métodos que distan mucho de la civilizada elegancia de los que emplean nuestros héroes. El asunto está en saber si serán capaces de librarse de la pesadilla que, por azar, les ha caído encima.No va más es, como su propio nombre indica, apenas algo más que un juego. Aparentemente, se despliega ante los ojos del espectador sin otra pretensión que hacerle pasar un buen rato. Pero sólo aparentemente: en realidad, la película va un poco de lo que van todos los filmes de Chabrol: de la forma de vida de ciertos burgueses, de sus valores -no por amorales menos burgueses-; de la forma en que se obtiene el dinero, que es en suma el combustible del sistema, lo tenga un mafioso o un digno capitán de empresa.

Pero lo que hace al filme un gozoso ejercicio para el espectador no es otra cosa que la maestría chabroliana. Con una historia más bien pequeña, dos personajes simpáticos y dos actores superlativos, el francés da a luz un filme impecable, recorrido siempre por una indisimulada vena irónica. Es menor, qué duda cabe, y sobre todo si lo comparamos con el puñado de obras maestras del autor de El carnicero a El grito de la lechuza, de La ceremonia a Un asunto de mujeres. Pero es también la confirmación de que la inteligencia, cuando se pone al servicio de una historia, de cualquier historia, puede realmente obrar prodigios.

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