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Netanyahu y Arafat se comprometen a dirigir personalmente las negociaciones de paz

Benjamín Netanyahu y Yasir Arafat volverán a reunirse. Los. dos dirigentes, que se sentaron ayer de madrugada frente a frente paz. Éste es el principal acuerdo adoptado en el inesperado encuentro, que horas despúes fue valorado de forma positiva por el presidente norteamericano, Bill Clinton.

"Todo ha ido muy bien. Es un nuevo principio", había asegurado el mediador estadounidense, Dennis Ross, al concluir a altas horas de la madrugada la cumbre que el primer ministro israelí y el presidente palestino habían mantenido en la base militar israelí de Erez, junto al puesto fronterizo que permite el acceso a la franja de Gaza. El lacónico comentario del enviado de Clinton aseguraba que israelíes y palestinos se habían comprometido a trabajar juntos para hacer posible la paz y la seguridad en la zona, y repetir las reuniones y contactos a todos los niveles. Pero Ross no desveló ninguno de los temas tratados en una reunión, que, según otro portavoz, se desarrolló en un clima de "franqueza".["El hecho de que se hayan reunido es alentador", declaró ayer Clinton, según informa Reuter. "Puede que lo ocurrido en los últimos días haya sido tan embarazoso y difícil que ha llamado la atención de ambas partes y evidenciado la necesidad de hablarse una a otra para volver a poner en marcha el proceso de paz", añadió el presidente. Las conversaciones previstas la próxima semana en Washington para acelerar las negociaciones de paz se han aplazado ante el avance de los contactos sobre el terreno.]

El primer ministro israelí y el presidente palestino iniciaron su reunión hacia las dos de la madrugada de ayer. Los primeros momentos de la reunión estuvieron a solas y sólo media hora más tarde se sumaron al diálogo otras cuatro personas: el mediador norteamericano Dennis Ross, el confidente y asesor de Netanyahu Isaac Molcho y los colaboradores de Arafat Abu Mazen y Abu Alá. El gran ausente fue sin duda el ministro israelí de Asuntos Exteriores, David Levy, quien a aquella hora se encontraba ingresado en un hospital aquejado, al parecer, de un problema cardiaco.

El encuentro directo entre Netanyahu y Arafat abre todo tipo de expectativas y esperanzas, pero sobre todo podría ayudar a rehacer la maltrecha imagen internacional del primer ministro israelí, gravemente deteriorada en los últimos meses y en especial tras el fracaso del Mosad en Ammán el pasado 25 de septiembre, cuando dos agentes secretos intentaron asesinar a un dirigente del movimiento islamista de Hamás. Netanyahu habló ayer por teléfono con el rey Hussein de Jordania sobre la forma de recuperar la normalidad en las relaciones bilaterales.

Los últimos detalles conocidos sobre la fracasada opera-ción del Mosad socavan aún más, si es posible, el prestigio de Netanyahu. Ayer se supo en Israel que dos días antes de este atentado, el rey Hussein había transmitido al primer ministro israelí, a través de los servicios de espionaje israelí, una propuesta de tregua de Hamás, idéntica a la anunciada ayer desde Gaza por el fundador de Hamás, el jeque Ahmed Yasín.

La oferta de tregua de Hamás no fue recibida a tiempo. Nadie ha sabido explicar, en Israel las razones de que el mensaje no llegara a su destinatario, lo que hubiera permitido bloquear la operación de los hombres del Mosad, quienes ya se habían trasladado a Ammán, siguiendo un plan minuciosamente estudiado y planificado desde principios del pasado mes de agosto, tras el atentado del mercado de Jerusalén, en el que murieron 16 personas.

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Sin embargo, los vientos de la paz que podrían derivarse de la entrevista Arafat-Netanyahu se estrellaron ayer en el Norte, en la llamada franja de seguridad que Israel mantiene en el sur de Líbano. Allí volvieron a producirse enfrentamientos entre la guerrilla islamista de Hezbolá y el Ejército israelí. En la operación murieron al menos dos soldados, según el Ejército -cuatro según su milicia aliada-, mientras que otros siete resultaron heridos. Los incidentes se produjeron entre las localidades de Markaba y Hule, donde los guerrilleros proiraníes hicieron estallar una carga explosiva, al paso de un convoy del Ejército.

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