_
_
_
_
_
GENÉTICA

Los genes y la complejidad de la vida

Hace 53 años el físico Erwin Schrodinger escribió un libro llamado ¿Qué es la vida? en el que hacía algunas de las preguntas más complejas entonces imaginables sobre biología: ¿Cuál es el tejido de la herencia? ¿Cuándo se dice que un trozo de materia está vivo? ¿Qué clase de proceso perpetúa los genes? Una generación de jóvenes científicos leyó el libro, se sintió profundamente atraída por la gran búsqueda de la biología y procedió a desenmarañar los secretos del ADN, a desarrollar métodos para una biotecnología comercial, y, en la última década, a comenzar a descifrar la secuencia molecular de cada gen del cuerpo humano.Su triunfo es un triunfo del reduccionismo -el intento de describir todo proceso biológico examinándolo hasta el más mínimo detalle- Los biólogos creían que, identificando y estudiando genes individualmente, podrían saberlo todo sobre el cuerpo humano, incluyendo todas sus enfermedades, desviaciones mentales, y, por último, su muerte.

Pero, como un número creciente de científicos está llegando a creer, buscar a través de la cornucopia de cromosomas es como lanzarse de cabeza contra una pared de ladrillo. "Conocer la secuencia de genes aislados no te dice nada sobre la complejidad de la vida", dice Brian Goodwin, un biólogo teórico del Reino Unido.

Comportamientos

"Un gen hace una. proteína, y eso es todo", dijo Goodwin en una reciente entrevista. "No te dice cómo las proteínas se interrelacionan, cómo células y tejidos se comunican, cómo se forman los órganos, cómo se forma un sistema inmunológico o cómo funciona la evolución". Goodwin pertenece a un relativamente pequeño grupo de biólogos teóricos especializados en diseñar nuevos conceptos biológicos que van más allá del nivel de genes aislados. Como miembro de este grupo, se ve constantemente enfrentado a la gran mayoría de biólogos experimentalistas, que insisten en que todo nuevo concepto, para ser aceptado, debe ser comprobable usando métodos comunes de laboratorio y no usando las simulaciones por ordenador y otras técnicas a las que Goodwin recurre para diseñar sus teorías. Pero la gente apenas oye hablar de este grupo, se quejó.Lo que la gente oye en la televisión o lee en los periódicos es que se ha encontrado un gen responsable de la adicción al peligro, del alcoholismo, de la sociabilidad, de la homosexualidad -comportamientos complejos que no pueden ser explicados por una mutación en un gen aislado-.

Esta visión genocéntrica de la biología es tan engañosa como peligrosa, dijo Goodwin, porque engendra un pensamiento simplista que incita a que la sociedad acepte el determinismo genético, convirtiendo la responsabilidad personal en sino genético -"No soy culpable, Su Señoría, mis genes me forzaron a hacerlo"_-.

La alternativa a los pensamientos reduccionista y genocentrista se conoce como todismo, según Scott Gilbert, un biólogo de desarrollo de Pennsylvania (EE UU). Los todistas creen que el todo es mayor que la suma de sus partes; incluso si conoces todas las propiedades de cada parte, no comprenderás el todo, porque falta algo, dijo Gilbert. Ese algo incluye propiedades especiales que, emergiendo de las partes en interacción, afectan al todo.

Los defensores del reduccionismo no se sienten afectados por tanta crítica. Según Lewis Wolpert, profesor de anatomía en Londres, la biología moderna ha realizado sorprendentes progresos a través del reduccionismo. La noción de que las llamadas "propiedades emergentes" son imprescindibles para comprender a los organismos vivos es, textualmente, "un montón de basura, mucha palabrería y nada más". "Hablar sobre la necesidad de diferentes niveles de organización no nos sirve de nada", dijo Wolpert en una reciente entrevista. "Se dice que hay 100.000 genes en cada célula, así que ¿cómo vamos a integrar toda esa información? Va a ser difícil, pero no creo que necesitemos una nueva ciencia para hacerlo. El reduccionismo sigue siendo sorprendentemente productivo. No tenemos los detalles, pero los fundamentos están bien claros". Sydney Brenner, un biólogo de San Diego, (EE UU), se llama a sí mismo un "reduccionista práctico", alguien que reduce la información siempre que es posible. "La biología se complica tanto y nuestros cerebros son tan lineales que hay problemas que seguramente no podemos resolver con el reduccionismo", dice Brenner. "Pero me gusta pensar que estos problemas son como los impuestos: No puedes evadirlos, pero hay formas legales de evitarlos". Esto se puede hacer, según Brenner, usando avanzadas herramientas de investigación que incluyen ordenadores, para encontrar pautas entre los genes, tintes fluorescentes para iluminar aquellos genes que estén activos en una célula cualquiera, y la comparación de genes de diferentes animales para ver cómo se intercambió información genética durante la evolución.

Pero los biólogos teóricos argumentan que estos métodos no tienen por qué solucionar el problema de entender la vida. El reduccionismo ha sido increíblemente útil -indispensable, de hecho- pero no servirá para el próximo nivel de investigación, dicen.

"Aprender datos sobre el genoma y considerarlo un medio para comprender los procesos biológicos es como aprender un idioma memorizándose el diccionario", dice Claudio Stern, de Nueva York. "Tienes todas las piezas, pero te faltan las reglas".

La vida no es una mercancía

Según Brian Goodwin, un biólogo teórico, el énfasis que se ha puesto en el reduccionismo no es bueno para la sociedad. "Según la biología actual, los genes determinan organismos, y los organismos son simplemente colecciones accidentales de genes que nos son útiles funcionalmente a los seres humanos. Por lo tanto, es perfectamente legítimo cambiar la composición genética de un organismo para que se adapte a nuestras necesidades. Podemos crear pollos y pavos con una enorme cantidad de carne en la pechuga, si bien estos animales no se pueden reproducir ni llevar una vida normal. Está bien cambiarles para eso", comenta."Pero estas cosas", añade, "hieren profundamente nuestra relación con el mundo natural y con nosotros mismos, porque significa convertir toda nuestra vida en una mercancía. Me anima a pensar que tú eres un manojo de células o genes, que tienen un potencial valor comercial. Para mí, esto es suicidio. Los organismos no son sólo una forma de sobrevivir. Tienen un valor intrínseco, valen en y por sí mismos, como las obras de arte".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_