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Clinton quiere regular la nicotina como una droga y amenaza con subir el precio del tabaco

La Casa Blanca, insatisfecha del acuerdo con las tabaqueras

Bill Clinton volvió ayer a predicar contra tabaco y, en particular, su consumo por los adolescentes y los muy jóvenes. El tabaco, dijo, debería ser regulado como una droga adictiva. Flanqueado por las directivas de las más importantes asociaciones médicas, el presidente estadounidense, al que le, dan buenos dividendos de popularidad este tipo de cruzadas, también amenazó con adoptar un paquete de medidas que subirían el precio de los cigarrillos en 1,5 dólares por paquete si la industria del tabaco no colabora en reducir la adicción de los menores de 18 años.

Las cifras oficiales afirman que unos 3.000 jóvenes se incorporan a diario en EE UU al consumo de cigarrillos, lo que contribuye a la muerte prematura de unos 1.000.La Casa Blanca quiere reducir esas cifras en la mitad en los próximos diez años y propone que la industria del tabaco sea severamente penalizada si no contribuye a ello. Clinton exige que las empresas tabaqueras dejen de hacer publicidad en dirección a los jóvenes y planea una gran campaña nacional para informar a ese segmento de población de los riesgos del tabaco.El presidente está insatisfecho por el acuerdo nacional sobre el tabaco suscrito el pasado junio por la industria y los fiscales generales de varias decenas de -Estados. Lo considera insuficiente -"apenas una base de partida"- y piensa invitar a la Casa Blanca en las próximas semanas a los líderes demócratas y republicanos para que alcancen un consenso sobre una severa legislación antitabaco.

En opinión de Clinton, una de las piezas claves de esa legislación es que el departamento gubernamental de Fármacos y Alimentos (FDA) regule la nicotina como una droga adictiva.

Acuerdo aplazado

Según el acuerdo del pasado junio, que debe ser ratificado por el Congreso y firmado por la Casa Blanca, la industria del tabaco debería desembolsar a lo largo de los próximos años 368.500 millones de dólares (unos 55 billones de pesetas) a cambio de la inmunidad frente a las acciones judiciales que han emprendido o puedan emprender las víctimas de la adicción. Pero la oposición de los grupos antitabaco y el escepticismo de Clinton permiten imaginar que el acuerdo no será ratificado oficialmente este año, lo que abriría el camino a su reforma o incluso su entierro.

El acuerdo prevé que el consumo entre los menores de 18 años disminuya en un 30% en los próximos cinco años, en un 50% en siete años y en un 60% en diez años. Si no se materializan esos objetivos, el conjunto de las empresas tabaqueras pagarían unos 12.000 millones de pesetas por cada punto que quede por debajo de lo fijado.

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