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Miles de zapatistas se manifiestan por primera vez en el corazón de México

Mil ciento once (1.111) representantes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), acompañados de varios miles de simpatizantes, tomaron en la noche del viernes el emblemático Zócalo de la capital mexicana para exigir al Gobierno que cumpla los acuerdos firmados en febrero de 1996 con esta guerrilla de base indígena surgida en el Estado de Chiapas. Era el colofón a una fatigosa caravana de cinco días que el subcomandante Marcos, jefe máximo del grupo armado, organizó en un intento por retomar la atención de la opinión pública.

En enero de 1994, en pleno alzamiento, Marcos anunció que el EZLN avanzaría "hasta tomar la capital". El viernes, los representantes de la guerrilla entraron en la ciudad, escoltados por la policía y con los parabienes de las autoridades. Los indígenas (uno por cada comunidad zapatista, dijo Marcos) partieron en autocares desde San Cristóbal de las Casas. La comitiva recorrió en cinco días los 1.200 kilómetros que separan a Chiapas de Ciudad de México.Las sofocantes temperaturas hicieron muy penoso el trayecto a los delegados zapatistas, que siempre van cubiertos con pasamontañas. La caravana pernoctó en los Estados de Oaxaca, Puebla y Morelos, donde se fueron uniendo otras organizaciones indígenas y sindicales hasta reunir 240 autocares. A mediodía del viernes entraron en Ciudad de México y marcharon por las principales avenidas hasta confluir, cuando ya oscurecía, en el enorme Zócalo colonial.

Nada era casual. Dando muestra una vez más de su inigualable sentido escénico, Marcos, un licenciando en Filosofía, dispuso que la caravana siguiera la misma ruta que recorrieron en 1914, durante la revolución mexicana, las tropas del general Emiliano Zapata, de quien la guerrilla tomó el nombre. Tampoco se dejó al azar la fecha: la llegada de los representantes zapatistas, que asisten desde hoy a la fundación de un frente político, coincide con la celebración de la independencia de México.

Panteón de héroes

En un ciudad profusamente decorada para las fiestas patrias, Marcos logró el efecto deseado. Sus simpatizantes situaron al subcomandante en el panteón de los héroes de la independencia y su efigie desfiló por las calles de la ciudad junto a las de Hidalgo, Morelos o Guerrero.

A lo largo de la manifestación, las figuras menudas de los zapatistas, algunos con los sombreros de cintas multicolores originales de la región chiapaneca de los Altos, se perdieron entre los acompañantes, básicamente militantes de organizaciones vecinales y estudiantes. La algarabía de los manifestantes capitalinos, que gritaban lemas como "Escóndete, burgués" y "Educación primero al hijo del obrero" contrastaba con el paso silencioso de los indígenas triquis, amuzgos y mixtecos llegados de los puntos del sur del país.

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Vestidas con vistosos ropajes, las mujeres marchaban con niños y pertenencias a cuestas. Ya en el Zócalo, la compañera Claribel leyó un comunicado de Marcos. Desde allí instó al presidente Ernesto Zedillo a dar cumplimiento a la primera tanda de acuerdos suscritos por la guerrilla y el Gobierno en febrero de 1996, sobre derechos y cultura indígena. Hace 18 meses, Zedillo propuso unas modificaciones para conciliar el texto del acuerdo, redactado por una comisión de legisladores de todos los partidos, con la Constitución mexicana. El EZLN las rechazó y a partir de ahí el proceso se empantanó.

En el discurso del viernes no faltaron los alardes retóricos del jefe guerrillero: "¡Si el Gobierno quiere la guerra, adelante, que los zapatistas sabremos pelear con honor y valentía!" No parece que vaya a llegarse a ese punto. Por un lado, el nuevo Congreso, surgido de las elecciones legislativas del pasado 6 de julio, en las que el gubernamental Partido Revolucionario Institucional (PRI) perdió por primera vez su hegemonía, parece dispuesto a resolver este tema cuanto antes.

El impulso de los partidos de oposición puede resultar en este sentido decisivo. Por otra parte, el representante gubernamental, Pedro Joaquín Codwell, trabaja ya en la reanudación del diálogo con los zapatistas.

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