La ruta de los dinosaurios
Pueblos aragoneses intentan que sus yacimientos sean declarados patrimonio de la humanidad
El mundo perdido, la segunda entrega del cineasta Steven Spielberg sobre los monstruos del jurásico, está batiendo récords de recaudación en España este verano. "Algo ha sobrevivido", dice la leyenda promocional de la película, pero no sólo en el cine. En Aragón, tres pueblos diferentes custodian la historia de los grandes saurios, los monstruos del jurásico y del cretácico superior e inferior. En Galve, Peñarroya y Arén, pueden contemplarse varios yacimientos excepcionales que guardan el tesoro de unos vestigios con una antigüedad de entre 65 y 130 millones de años. Los dinosaurios de Aragón sólo esperan a que las instituciones ayuden a la gente a contemplar y entender cómo era la vida entonces. Parece que así será."La verdad es que a Spielberg le debemos mucho. Cuando en 1958 encontré los primeros restos, nadie creía que procedían de los dinosaurios que poblaron Galve, hace más de cien millones de años. En verano viene mucha gente, y ésa es mi mejor recompensa". José María Herrero es el pionero de una búsqueda que en 40 años ha dado frutos visibles. Los restos de los dinosaurios están proporcionando más de una alegría a los paleontólogos.
Las universidades de Berlín, París, la Complutense de Madrid, el Instituto de Estudios llerdenses y la Universidad del País Vasco estudian estos yacimientos. José Antonio Andrés es el paleontólogo de la Diputación General de Aragón que trabaja como enlace entre el mundo universitario, los ayuntamientos y el Gobierno. "Somos conscientes de nuestra riqueza. Los dinosaurios son también nuestro patrimonio, y Aragón es privilegiado por la riqueza de su geología y la excepcionalidad de los hallazgos". Además de los restos de huesos, hay toda una ruta con las huellas de saurios, que se puede seguir por numerosas localidades, como Ariño o Castellote, en Teruel, y están intentando que la Unesco las declare patrimonio de la humanidad.
El yacimiento de Galve fue el primero en ser localizado y, el pasado 27 de agosto, la localidad oscense de Arén se sumó a los otros dos emplazamientos que ya estaban catalogados en la provincia de Teruel, los de Galve y Peñarroya de Tastavins. En los tres casos hay especies únicas.
José Ignacio Canudo, el paleontólogo de la Universidad de Zaragoza, que dirige las tres excavaciones, lo aclara: "Galve es excepcional por la abundancia de restos y yacimientos, 24 localizaciones, y Peñarroya, por ser el primer lugar en que se han encontrado restos de un animal casi único que permiten su reconstrucción completa. En Arén está el considerado hoy día uno de los últimos dinosaurios, el hadrosaurio. Es el último de los hallados en España y probablemente en Europa". Se trata de un herbívoro con pico que caminaba sobre dos patas y que vivió hace 65 millones de años. "El hallazgo es muy interesante porque está casi completo -se han encontrado un fémur y casi 40 vértebras-, lo que contribuirá a estudiar la forma y el tiempo en que estos seres desaparecieron de la Tierra".
Galve y Peñarroya guardan los restos del más grande de los dinosaurios. Le dieron el nombre de Aragosaurus por haber aparecido en Aragón, y al de Peñarroya se le bautizó como Dinosaurus tastavinensis en honor al río, el Tastavins, que baña la localidad. Era un saurópodo que podía alcanzar las 40 toneladas de peso, herbívoro, que podía medir entre 16 y 20 metros, y vivió hace 130 millones de años.
Galve es una localidad de 200 habitantes en plena serranía, muy cerca de las cuencas mineras de Teruel. Su tesoro son los restos de saurópodos como el Aragosaurus. Allí hay Megalosaurus, ornitisquios herbívoros como el hypsilophodon o el iguanodón, tiburones y reptiles voladores. El tesón de José María, su fe ciega y la labor de su hijo, Miguel Herrero, hoy alcalde de Galve, han logrado que el pueblo sea un lugar de peregrinación de estudiosos y profanos.
Galve cuenta con la ventaja de ser de los pioneros. Cuando Herrero comunicó su descubrimiento al Museo de Teruel y el profesor Fernández Galiano dio crédito a sus historias, llegaron investigadores desde París y Berlín que buscaban microinvertebrados y micromamíferos. Herrero dice que entonces pensó que, si venían desde tan lejos, aquello debía ser importante, aunque casi nadie se lo creía". En la localidad hay ahora un museo permanente y reproducciones de carnívoros como el Megalosaurus, los herbívoros iguanodón y Aragosaurus, y de reptiles voladores de los que se han encontrado algunas falanges de los dedos.
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