El buen toreo de López Chaves
López Chaves le cuajó al tercer novillo una soberana tanda de redondos. Una tanda de redondos en la que no faltó nada: cruzamiento y ceñimiento; temple y ligazón; arrojo y poderío. Una tanda de redondos soberana es, como bien se ve, la US Navy.Cuando López Chaves remató la tanda de redondos soberanos con el pase de pecho a juego, la afición conspicua ya se había conformado, ya había dado por bien empleada la tarde, ya no necesitaba ver más.
Suelen comentar los públicos no conspicuos que la afición conspicua se conforma con poco. Ahí está el ejemplo: ¿unos redondos sólo al cabo de dos horas de función? Pues sí. Porque el toreo ejecutado en divina forma es de tal naturaleza que provoca estremecedoras sensaciones.
Ruiz / Benítez, Sánchez, López
Novillos de Juan Antonio Ruiz, grandes, sospechosos de afeitado, flojos, salvo 6º. Juan Manuel Benítez: dos pinchazos tirando la muleta, dos pinchazos, estocada y rueda de peones (silencio); pinchazo y estocada (silencio). Miguel Angel Sánchez: estocada desprendida, rueda de peones, descabello -aviso con retraso- y dos descabellos (silencio); estocada (vuelta). López Chaves: estocada y rueda de peones (dos orejas); estocada tendida, rueda desaforada de peones y dos descabellos (oreja).Plaza de Arganda del Rey, 9 de septiembre. 2ª corrida de feria. Cerca del lleno.
El fenómeno contrario se produce con el ejercicio pegapasista. Se ponen los toreros a pegar pases y a nadie conmueven. Es una pena decirlo pero eso ocurrió con los compañeros de López Chaves: se ponían a pegar pases y como si se operaban.
El caso se dio especialmente en Miguel Angel Sánchez, cuyo pundonor nadie podría negar, pero que planteaba su toreo sin cruzamiento ni ceñimiento, con escasa advertencia al temple y a la ligazón. Lo comentó uno de los aficionados conspicuos que se habían llegado a Arganda para disfrutar su feria: podrían darle las uvas pegando pases y seguiríamos todos indiferentes a cuanto ocurre en el cuadrilátero.
El cuadrilátero es, definido con propiedad, lo que de común se llama ruedo. La plaza de toros de Arganda del Rey es la del Ayuntamiento, donde levantan graderíos, y la cierran al cuadrado con chapas metálicas y barrotes. Detrás se agolpa la gente y para ver mejor asoma por allí un hombro y media cabeza. Los que atisban entre los barrotes de la plaza de Arganda ven la corrida al biés. Sufren también sobresaltos, no se crea. Sucede cuando el toro salta a la arena y despliega su furia galopando al hilo de las chapas. Hay toro que hasta descarga adrenalina derrotando contra los barrotes.
Los novillos de Juan Antonio Ruiz no se distinguieron precisamente por esos temibles arrebatos. Más bravos se han visto. Los novillos de Ruiz, aunque grandes, se desvelaban fofos, perdían patas, padecían merma de pitón. Al primero y al cuarto les hurtaron tanto que de poco los dejan calvos. Juan Manuel Benítez, a quien correspondió este lote aborregado, lanceó toreramente a la verónica al primero, le sacó luego excelentes tandas de redondos y naturales, y puede afirmarse que faltó la emoción del toro cierto para que redondeará faena. Al segundo lo molió a pases sin que apenas ninguno tuviera interés. La gente hablaba de sus cosas; la banda interpretaba las escogidas piezas de su variado. repertorio, y la pieza que escogió era Churumbelerías:
Novillo de, excepción fue el sexto. La estupenda faena que había hecho López Chaves al tercero, con naturales de irreprochable ortodoxia más series de redondos añadidas a la tanda soberana aquella, convenía tuviera refrendo con el toro serio. Y apareció ese sexto, cuajado, cornalón, combativo en tres varas, encastado también. Y fue López Chaves y lo toreó por lo clásico, tiró de repertorio, lo aderezó con alardes temerarios, dominó al novillo, cobró un estoconazo. Toreros así quiere la afición. Toreros que hagan honor al arte de torear y que devuelvan la esperanza en el futuro de la fiesta.
Babelia
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