El Sporting cumplió con los malos augurios ante el Tenerife
El Tenerife no echó en falta a nadie en Gijón porque fue un equipo. Ante eso, la madre de todas las batallas futbolísticas, poco importa que no estén Kodro, Jokanovic o Pablo Paz. En su lugar entraron jugadores de Primera División. Incluso el debutante Moisés lo pareció. El Sporting sí añoró a sus rusos, Nikiforov y Tcherishev, aunque poco hubiesen podido solucionar en aquel páramo. Muchos de los rojiblancos que saltaron ayer al campo aún deben demostrar que son jugadores de Primera.En dos jornadas se han cumplido los augurios más pesimistas para el Sporting. Es uno de los últimos de la fila y lo demuestra desde el principio. Si a un equipo flojo, como el de la pasada temporada, no se le mejora nada, lo lógico es que pase esto: dos jornadas, cero puntos, ningún gol a favor y cuatro en contra. A Montes, el entrenador del milagro, le ha abandonado hasta la fe y la determinación de los jugadores.
El Tenerife, en cambio, no sólo parece grande. Lo es. Lo demuestra desde los despachos hasta el campo, pasando por un banquillo donde ha aterrizado un arquitecto de buenos equipos. Víctor Fernández trabajó durante la semana como pudo, retocó un par de cosas y sacó 11 jugadores con la idea de siempre: el buen trato del balón, un ritmo intenso y la ambición para ganar en cualquier campo.