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54º FESTIVAL DE VENECIA

La película japonesa "Fuegos de artificio" de Takeshi Kitano gana el León de Oro

Inexplicables premios Volpi de interpretación para Wesley Snipes y Robin Tunney

ENVIADO ESPECIAL Estaba previsto: el León de Oro, para Fuegos de artificio. Era imprevisible: las copas Volpi a los mejores intérpretes, para Robin Tunney, la adolescente drogadicta llena de gestos facilones de Niagara Niagara, y para el simplemente solvente Wesley Snipes de One night stand. Es la cara y la cruz de unos premios en todo lo demás defendibles, salvo por la inexplicable ausencia -¿será porque ya tiene en su casa de Pekín dos leones de oro?, ¿será que había algún estalinista oculto en el jurado?- de Zhang Yimou y su durísima imagen de la China actual en Keep cool. Buen broche final, pese a esas lagunas, para un concurso enfocado con rigor y riesgo, que ha dado vida a una Mostra moribunda.

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Sin rostros

El Gran Premio Especial del Jurado fue a las manos del italiano Paolo Virzi, director de Ovosodo, "por su fuerza, profundidad y humor". Sobre todo, lo último: es una divertidísima película, que reanuda la gloriosa, y casi extinguida, tradición de la comedia italiana de los años cincuenta. Entre tantas imágenes sofocantes, dolo rosas y pesimistas como hemos visto aquí estos días, Paolo Virzi nos proporcionó un maravilloso respiradero de aire fresco. No está su película entre las mejores que hemos visto, pero a nadie se le ocurrió disentir ante el anuncio de un premio tan grueso para ella.El jurado concedió también la medalla de oro de la Presidencia del Senado, destinada a distinguir la película que "mejor contribución hace al progreso civil y a la solidaridad humana", al filme ruso El ladrón, dirigido por Pavel Chujirai, que se ha convertido en el más llamativo descubrimiento de la excelente edición del festival que finalizó anoche.

Tres Osella

Los premios llamados Osella, que distinguen algún aspecto concreto o alguna aportación profesional, en una película, fueron este año tres: para Gilles Taurand y Anne Fontaine, escritores del guión de la película francesa, coproducida con España, Limpieza en seco; para Emmanuel Machuel, director de la fotografía del filme portugués Ossos; y para Graeme Revell, compositor de la música de la película dirigida por Wayne Wang Chinese box.

El Premio de la Crítica Internacional lo ganó la polaca Historia de amor, dirigida por Jerzy Stuhr e inspirada en el estilo de SU maestro Krysztof Kieslowski.

La película ganadora del León de Oro es la octava que dirige Takeshi Kitano, de las que sólo ha estrenado en Occidente Sonatina, que dirigió en 1993. Kitano era por tanto casi un desconocido en los festivales y en los circuitos del cine minoritario europeo. Es dudoso que su Fuegos de artificio, aunque sea comprada por distribuidores de toda Europa, logre una audiencia masiva. Su trama argumental es ciertamente muy llamativa, una especie de brutal ajuste de cuentas, del tipo de los que han dado renombre internacional a Oliver Stone, Quentin Tarantino y a la pléyade de cineastas subordinados que siguen el rastro de su "estética del tiro en la mica".

Pero los modos narrativos de Kitano son muy distintos, casi opuestos a los de esa avalancha de comercial sanguinario procedente de Estados Unidos y que ha prendido en el cine europeo. Su estilo de expresión de la violencia carece de efectismos y si e una línea visual muy austera y despojada, cercana a la de los clásicos del cine japonés, que fueron maestros en la representación de las formas extremas de la violencia, pero con una sensibilidad y un juego de tiempos y de imágenes que nada tiene que ver con el hoy tan de moda en Occidente. Fuegos de artificio tiene algo, por esa su escuela de procedencia, de compleja respuesta a las simplificaciones del tarantinismo y sus sucedáneos.

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