La ideología globalizadora
Hace unas semanas se descubrió en el corazón de Nueva York una red de inmigración clandestina que reclutaba minusválidos de países del Tercer Mundo para explotarlos, como mano de obra baratísima, como vendedores de productos fraudulentos. En Rusia, recientemente se ha publicado una encuesta que indica que, desde la caída del comunismo y la sucesiva aplicación de regímenes neoliberales, la esperanza de vida ha pasado de 63,3 años a 57,3 años; por otra parte, la prensa económica anglosajona (defensora de valores más o menos derechistas y conservadores) informa de que en la costa de China, y principalmente en Shanghai, la fiebre desarrollista sin freno provoca un caos urbanístico monumental, fomenta unas diferencias de clase insostenibles y puede producir, a medio plazo, un marasmo ecológico irreversible.Así, pues, éstos serían tres casos, tres ejemplos muy claros que confirman que esta ideología globalizadora imperante, sacralizada al máximo, no solamente no hace más feliz al género humano, sino que es ya, hoy día, una verdadera ideología genocida. Por otra parte, no es por casualidad que los partidarios de este nuevo dogmatismo divino (pero al servicio de los intereses terrenales de una oligarquía muy pagana) intenten utilizar toda la artillería intoxicadora y toda demagogia mediática para desacreditar y destruir el único islote de la Tierra donde aún se mantiene un cierto equilibrio económico, social, ecológico y humano y que rechaza totalmente este viejo sistema totalitario ahora disfrazado de capitalismo neoliberal. De esta manera, Europa occidental sufre el terrorismo del dólar y las dentelladas de los antidemocráticos mercados financieros (los grandes culpables de las altas tasas de paro y de la degradación salarial en nuestro país) con la finalidad de cargarse para siempre el Estado de bienestar e implantar el neoesclavismo.- .
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