_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El problema

Julio Llamazares

El problema del País Vasco no es ETA, ni HB. Éstos, al fin y al cabo, son claros, tanto en sus objetivos como en sus métodos, y sus opositores al menos sabemos a qué atenernos con ellos. El problema del País Vasco son los líderes de los partidos políticos (del País Vasco y de todo el Estado, como se dice allí para no decir España), incluyendo entre ellos a El Corte Inglés y a la Iglesia, que son los únicos partidos con implantación real en todas las comunidades del Estado.El problema del País Vasco son esas manifestaciones que, desde hace ya muchos años, vienen haciendo personajes como Arzalluz, quien, como buen jesuita, durante el secuestro de Miguel Ángel Blanco estaba corrigiendo exámenes, o Setién, cuyo silencio en aquellos días fue más sonoro que el disparo en la nuca que le dieron, o Eguibar, quien oportunamente aclaró que Ortega Lara era más que un carcelero, lo que justificaría que lo eligieran para pasarse 500 días enterrado vivo. El problema del País Vasco es Anguita, quien, con la oportunidad que lo caracteriza, ha empezado a dilucidar ahora si los judíos somos nosotros y los nazis los etarras, o al revés. Interesantísimo debate conceptual al que enseguida se ha unido el Gobierno, quien se ha apresurado a aclarar que los judíos somos nosotros, cosa que personalmente me tranquiliza mucho.

Ni los acontecimientos del último mes, ni el espectáculo de ver a seis millones de personas en la calle diciendo que basta ya, ni los 800 muertos que ya van en esta guerra (sin contar a los de los GAL) les ha servido a esta gente para dejar de jugar al teto y, abandonando el miedo y sus picadillas, tomar una solución. Lo que me lleva a pensar, como a muchos españoles del Estado, que a los que de verdad hay que aislar es a ellos, y no a Herri Batasuna, que, aunque solamente sea por la historia, ya lo está.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_