La amplación del metro aumentará a 68 millones el número de viajeros

Madrid - 11 ago 1997 - 00:00CEST

La ampliación de la red del metro en 31,7 nuevos kilómetros puede revolucionar el panorama del transporte público por las entrañas de la ciudad. Un informe encargado por la Consejería de Urbanismo, Obras Públicas y Transportes sobre el impacto de las 30 estaciones en construcción arroja cifras muy significativas; la principal: que en estas paradas se generarán más de 111 millones de viajes al año, o, si se prefiere, cerca de 300.000 diarios.A lo largo de 1996, los tornos de entrada a la red metropolitana giraron casi 408 millones de veces. La ampliación de esta telaraña suburbana de túneles y estaciones debe suponer, por tanto, un incremento del 27% en el trasiego de madrileños bajo tierra.

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La estación de Gregorio Marañón, en su terminal de la línea 7, está llamada a convertir se en la joya de este crecimiento subterráneo: 20.058 personas la utilizarán a diario. Le siguen, en esta clasificación de las más demandadas, Canal (17.364 viajeros por jornada), Santa María (14.872) y Sierra Gador (14.281). Todos ellos son barrios muy populosos que hasta ahora han de conformarse con los servicios de la EMT o caminar un buen trecho hasta la boca más cercana.

En realidad, toda la línea 7 debe ser, estadísticas en mano, la más emblemática de la ampliación. En la actualidad, sus 10 estaciones -entre avenida de América y Las Musas- sólo absorben el 3,3% de los viajeros de la red y cargan concierta mala fama por sus problemas de seguridad ciudadana. Cuando las obras hayan acabado, las estaciones serán 23 y los viajeros crecerán en proporción aún mayor: de 20 a 68 millones, en números redondos. Esa remozada línea 7 soportará el 11,41% del movimiento en las tripas capitalinas, sólo superada por la histórica línea 1 (16,6% de viajes) y la kilométrica línea 5 (13%). El consejero de Transportes de la Comunidad, Luis Eduardo Cortés, del PP, se apoya en todo este ramillete de cifras para elevar el nivel de sus calificativos. "Estamos ante unas obras, probablemente únicas en el mundo", sostiene. Y lamenta que los ciudadanos no lo valoren lo suficiente: "Si fuéramos franceses, éste sería el tema más comentado en toda Europa".

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Y es que, por mucho que Cortés piropee con frecuencia a las empresas adjudicatarias, eso de excavar en la gran ciudad tiene poco de ciencia exacta. Entre tanta canalización subterránea, por ejemplo, raro es el mes que no se registran varias roturas de tuberías. "Lo normal de todas las obras", insiste el consejero, "y conste que estoy algo cansado de que se nos atribuyan averías, en obras del gas o de Telefónica, que no son de nuestra competencia".La primera prueba palpable de las consecuencias que acarrean estos desaguisados "normales" llegó al Consejo de Gobierno de la Comunidad el jueves de la semana pasada. El ejecutivo se vio obligado a desembolsar 500 millones de pesetas adicionales para el tramo de la línea 7. Pero quizá el aspecto que más esté encareciendo las obras sea uno bien visible: la firme determinación de la Comunidad de no cortar por completo ninguna calle. Las estaciones se están construyendo por mitades, de modo que la circulación rodada se entorpece, pero no se detiene.

"Nosotros no cortamos calles", aseguró Cortés esta misma semana. Lo dijo con entonación afable, pero más de un compañero de partido, en la Casa de la Villa, captó la indirecta.

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