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Guerra entre los aliados de Yeltsin por la subasta de la telefónica rusa

Pilar Bonet

Los resultados de una suculenta subasta de los bienes del Estado ruso han hecho estallar la primera gran crisis política entre los líderes de la élite empresarial y financiera que en 1997 se alió contra el comunismo para ayudar a Borís Yeltsin a triunfar en las elecciones presidenciales. La subasta, la mayor de la historia de la privatización en Rusia, ha afectado a un 25% más una de las acciones de la compañía Svyazinvest, el monopolio estatal de teléfonos.

El paquete sometido a concurso, por medio de plica cerrada, se adjudicó por 1.875 millones de dólares (292.500 millones de pesetas) al mejor de los postores en liza, dos consorcios de empresas rusas y extranjeras. Se trata de un negocio que puede ser fundamental para controlar las telecomunicaciones en Rusia.Los perdedores no se resignan y, utilizando los medios de comunicación que controlan, han organizado una campaña feroz contra los resultados y contra el primer vicejefe del Gobierno, Borís Nemtsov, hasta ahora tratado como el último delfín de Yeltsin.

La venta de Svyazinvest podría ser un punto de inflexión en la evolución de la economía de mercado en Rusia. Algunos especialistas opinan que se trata de "la primera subasta honrada" en la historia de las privatizaciones y, que ese es el problema para una élite habituada a utilizar sus relaciones personales para obtener beneficios. Nemtsov, un convencido partidario del concurso público, fue aparentemente la figura clave que ha impuesto reglas de juego iguales para todos. Además, Nemtsov parece haber actuado por encima del otro primer vicejefe del Gobierno Anatoli Chubaís, para asegurar que esta vez no iban a repetirse las amañadas subastas de 1995.

Dentro del grupo ganador, la figura clave es Vladímir Potanin, de 36 años, presidente de Oneximbank y viceprimer ministro responsable de Economía hasta la última remodelación gubernamental en marzo pasado. El empresario, que se benefició considerablemente de sus buenas conexiones en las subastas de 1995, iba apadrinado por el Deutsche Bank y por el empresario británico George Soros. En el bando derrotado, está VIadímir Gusinski, propietario de un imperio informativo que incluye el diario Segodnia y el canal de televisión NTV, así como Mijaíl Friedman, jefe del grupo Alfa, y la empresa española Telefónica.

La batalla está relacionada con la toma de posiciones claves en la oligarquía dirigente. El vicesecretario del Consejo de Seguridad, el empresario Borís Berezovski, que controla el primer canal de la televisión estatal, ha secundado a Gusinski, y tanto el primer canal como la cadena NTV han comenzado a fustigar a Nemtsov, hasta ahora mimado por ambos medios.

Detrás de las críticas irracionales se ocultan intereses personales. El grupo Most, que ha gozado de una gran influencia en el Kremlin y que se adjudicó el canal de NTV por decreto presidencial, se ha quedado, de momento, fuera del negocio.

Tanto el grupo Most como Potanin aparecieron ayer ante la prensa. En nombre de Most, Viacheslav Kostikov, expresó dudas sobre la subasta y, ante la debilidad de su argumentación, alegó que no se debe entregar a los extranjeros sectores claves para la "seguridad nacional". En una caótica intervención, Kóstikov, que fue secretario de prensa del presidente, afirmó que Most nada tuvo que ver en la subasta, aunque Telefónica lo nombra entre sus socios. El portavoz puso en entredicho la personalidad de George Soros. Este empresario, muy crítico con los responsables de la economía rusa, provoca, por su origen hebreo, el rechazo de los sectores autodenominados patrióticos. La nota ligeramente xenófoba que Kóstikov entonó ayer es una novedad entre los argumentos de Most, cuyo máximo directivo, VIadímir Gusinski es el presidente del Congreso Judío de Rusia.

Dada la proximidad del grupo Most con el alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, y la pública rivalidad de éste con Nemtsov de cara a las elecciones presidenciales, algunos piensan que el grupo financiero y el primer político de la capital, que defiende posiciones nacionalistas, harán frente común contra Nemtsov.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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