Perspectivas de creación de empleo
El año 1997 ha sido elegido, por el Gobierno como el año del empleo, lo que es perfectamente coherente tanto con las medidas incluidas en el reciente pacto laboral y las adicioniales introducidas por el Gobierno, como por los excelentes resultados de creación de empleo en lo que va de año.Sin embargo, Ia necesidad decrear empleo es de tal envergradura y requiere tal número de años para reducir la tasa actual de paro a un nivel normal que debería de haberse proclamado toda la próxima década como la del empleo. De cara a los próximos años y a la integración en la moneda única, el principal problema con que se enfrenta Europa, pero especialmente España, es el de la creación de empleo. En el periodo que ha transcurrido entre 1973 y 1996, la creación neta de empleo en España ha sido negativa. A finales de 1996 había 500.000 personas menos trabajando que las empleadas a finales de 1973. Como el sector público ha creado 1,3 millones de empleos desde entonces, el resultado es aún más alarmante. El sector privado ha destruido 1,8 millones de empleos netos en el periodo.
Estas cifras hay que matizarlas, ya que desde 1973 la economía española ha vivido 10 años seguidos de fuerte expansión, mientras que en 1996 apenas se iniciaba una expansión tras la recesión de 1993. Además, los sistemas estadísticos de medida del empleo en 1973 eran, mucho menos fiables que los actuales. Por último, varios estudios recientes han demostrado que el número de ocupados calculados por la EPA podría estar infravalorado en 800.000 empleos, de los que cerca de 200.000 afloraron ya en 1996 con la utilización, en dicho año, del censo de la población de 1991 en lugar del de 1981, y muchos más están aflorando a lo largo de 1997.
¿Qué se necesita para acelerar la creación de empleo? Cumplir dos condiciones básicas. Es necesario que la actividad económica crezca a buen ritmo y que la elasticidad del empleo al crecimiento económico sea lo más alta posible.
Para que la tasa de crecimiento económico sea lo más elevada posible: es necesaria una política macroeconómica adecuada, es decir, que sea estable y que favorezca la inversión en capital físico y humano a, largo plazo. Por ejemplo, la mezcla de política macroeconómica desarrollada por España a partir de 1988 no fue la adecuada para. la creación de empleo. Una fuerte expansión fiscal, unida a una fuerte contracción monetaria para compensar la anterior, tuvo como resultado una peseta sobrevalorada, unos tipos de interés real muy elevados, un fuerte aumento de la deuda pública, un efecto expulsión de la inversión privada y una caída de la competitividad, lo que desembocó en varias devaluaciones seguidas.
Por el contrario, la actual mezcla de una política fiscal contractiva y, una política monetaria expansiva está permitiendo una recuperación basada inicialmente en la inversión privada y la exportación" a las que ahora se añade el consumo privado. Esta política puede, sin embargo, sufrir cambios a corto plazo. Tan pronto como Alemania consolide su recuperación, el Bundesbank, preocupado por la posibilidad de una futura inflación y de un euro débil, podría empezar a subir sus tipos de intervención, lo que impediría nuevas bajadas en el resto de Europa. Posteriormente, el nuevo Banco Central Europeo, deseoso de ganarse la credibilidad y ser un digno heredero del Bundesbank, podría reforzar la subida, con lo que está contracción monetaria, unida a la restricción fiscal impuesta por el Pacto de Estabilidad, podrían tener efectos negativos a corto plazo sobre el crecimiento.
Sin embargo, el crecimiento, aunque necesario, no es una condición suficiente para crear empleo. Si no hay una oferta de trabajadores empleables que puedan satisfacer la demanda de nuevos empleos que crea el crecimiento de la actividad y de la demanda agregada, dicha expansión de la demanda conducirá a un aumento de los salarios y de la inflación y no a un aumento del empleo.
Por tanto, es fundamental desarrollar una política de reformas estructural en la oferta de trabajo que aumenten la empleabilidad de los trabajadores potenciales sean parados, inactivos o de nueva incorporación al mercado, es decir, que aumente la elasticidad de la oferta de trabajo a las variaciones de la demanda, cada vez más cambiante debido al desarrollo tecnológico y a la globalización.
Estas políticas de oferta son las de moderación salarial y de mejora de los sistemas de negociación colectiva, de mejora de la cualificación y formación de los trabajadores, de mayor flexibilidad en la contratación y en los costes de despido, de incentivación y motivación de los parados e inactivos para buscar activamente y encontrar empleo y, finalmente, de reducción de los costes no salariales (impuestos y contribuciones a la Seguridad Social).
La experiencia española ha demostrado que las reformas laborales, aunque parciales, han mejorado la elasticidad del empleo al crecimiento. Tras la reforma de 1984, la elasticidad media pasó de ser negativa a ser del 0,6 por cada punto de aumento del producto interior bruto (PIB). Y tras la reforma de 1994 la elasticidad pasó, de nuevo, de ser negativa entre 1991 y 1994, a ser de una media de 0,8 en 1995 y 1996.
Es de esperar que las nuevas medidas de 1997 mejoren con creces las altas tasas de elasticidad alcanzadas, aunque hay que advertir que la creación de empleo del 2,90% en 1996 se vio favorecida por el afloramiento de 200.000 empleos al pasar la EPA a utilizar el censo de la población de 1991, lo que ha casi duplicado artificialmente dicha elasticidad.
Partiendo de que la economía española se encuentra en una fase del ciclo claramente expansiva, con indicios ciertos de que será duradera y de que la elasticidad del empleo al crecimiento es cada vez más elevada, ¿cuándo se podrá alcanzar en España una tasa de paro normal, de un 5%, como existe hoy en algunos países de la Unión Europea?
El cuadro adjunto muestra, partiendo de la situación del mercado laboral a finales de 1996, diferentes hipótesis de crecimiento del PIB, de creación de empleo, de elasticidad del empleo al crecimiento y de evolución de la población activa para poder alcanzar una tasa de paro del 5%. El resultado es que se necesitarán entre 10 y 18 años de crecimiento sostenido para volver a unas tasas de paro como las que teníamos a mediados de los años setenta.
Las hipótesis básicas de partida son que la población en edad de trabajar (es decir, la comprendida entre 16 y 64 años) no aumenta en los próximos 15 años, de acuerdo con las recientes previsiones demográficas de Fernández Cordón, y que la tasa de actividad pasa del 62,5% actual al 69% al final de cada periodo considerado, debido tanto a la tendencia estructural de la incorporación de la mujer al trabajo por la menor tasa de fertilidad, su mejor nivel de educación y la existencia de contratos a tiempo parcial, como a la elasticidad cíclica de la población activa al crecimiento del empleo, es decir, cuanto mayor es la creación de empleo, mayor tiende a ser la tasa de actividad.
En la hipótesis A, que es la más optimista, el PIB crece a una media anual del 3,5%, que es la prevista en el actual plan de convergencia, el empleo lo hace a una media anual del 3%, es decir, más de 400.000 empleos / año con una elasticidad del 0,85, superior a la media de estos dos últimos años (descontando el efecto del nuevo censo en 1996), y la tasa de actividad crece a un ritmo del 0,6% anual. En esta hipótesis la tasa de desempleo del 5% se alcanzaría en el año 2006.
En la hipótesis B, la economía sigue creciendo al 3,5% anual con un crecimiento del empleo del 2,5% anual, es decir, 340.000 empleos año, con una menor elasticidad del empleo al crecimiento del PIB y también un menor crecimiento de la población activa (el 0,5% anual). En esta hipótesis la tasa objetivo de paro se alcanzaría, tras 12 años, en el 2008.
Dado que en los últimos 11 años, desde que ingresamos en la UE, el crecimiento medio del PIB ha sido del 2,9%, en la hipótesis C se reduce la tasa media de crecimiento anual al 3% y la tasa media de crecimiento del empleo al 2%, es decir, 280.000 empleos año. La tasa de actividad sólo aumenta el 0,4% de media al año. En este caso se tardarían 14 años en alcanzar una tasa de paro del 5%.
Por último, en la hipótesis D, la más pesimista, el crecimiento del PIB se reduce al 2,5% anual, que es el previsto en el escenario más moderado del plan de convergencia, coincidente con la media de los últimos 20 años, y la tasa de empleo baja al 1,5%, es decir, unos 200.000 empleos año. En este caso, aunque la población activa aumentaría sólo el 0,3% anual, se tardarían 18 años en alcanzar el 5% de paro.
En todas las hipótesis no se prevén reformas laborales adicionales, aunque es necesario y previsible que las haya, lo que permitiría acortar los plazos al aumentar la elasticidad del empleo al PIB. En definitiva, la conclusión que se obtiene es que, dadas las elevadas cifras de paro españolas y la baja tasa de actividad o participación de la población en edad de trabajar, la reducción del paro a unos niveles considerados como normales tomará, como mínimo, una década de crecimiento sostenido por encima del europeo y con una elasticidad del empleo mucho más elevada que la de la última década.
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